Juan Padrós Rubió, nacido en Barcelona en 1869, es una figura fundamental en la historia del deporte español como uno de los socios fundadores del Real Madrid. Sin embargo, su legado va más allá del fútbol, dejando huella también en la localidad madrileña de Pinto, donde pasó temporadas como vecino durante los primeros años de la década de 1920. Su historia combina los valores del emprendimiento, el compromiso social y la pasión por el deporte.
Un visionario en el Madrid Foot-Ball Club
Hijo de Timoteo Padrós Parals y Paula Rubió Queraltó, comerciantes textiles de Barcelona, Juan se trasladó a Madrid en 1886. Junto con su hermano Carlos, gestionó el negocio familiar «Al Capricho», una prestigiosa boutique de telas en la calle de Alcalá que marcó tendencia en la moda madrileña de la época.
A finales del siglo XIX, la pasión de los hermanos Padrós por el fútbol les llevó a fundar el Madrid Foot-Ball Club en 1902, continuando la tradición iniciada por la (Sociedad) Football Sky. Juan organizó y presidió la junta constituyente que rebautizó el club bajo su nombre definitivo, Real Madrid, y estableció su sede social en la trastienda de «Al Capricho». En este espacio, además de gestionar el negocio familiar, los hermanos fomentaron la práctica de un deporte que entonces comenzaba a arraigar en España.
Bajo su liderazgo, el Real Madrid FC logró consolidarse como un referente del fútbol nacional. En 1903, el club obtuvo su primer título, el Campeonato Regional Centro, y organizó competiciones pioneras como el «Concurso Madrid», precursor de la Copa del Rey.
Una figura comprometida con el deporte y la sociedad
En 1911, Juan Padrós fue requerido para presidir la Federación Española de Clubs de Fútbol en un momento de crisis. Aunque inicialmente rechazó el cargo, aceptó interinamente en 1912, logrando unificar al fútbol español bajo la Real Federación Española de Fútbol en 1913. Este logro demostró su capacidad de liderazgo y su compromiso con el desarrollo del deporte.
Retirado de la primera línea futbolística, Padrós se trasladó a la finca «La Media Legua» en El Hornillo (provincia de Ávila), donde vivió hasta su fallecimiento en 1932. En esta etapa de su vida, se dedicó a enseñar natación y atletismo a niños, promoviendo un estilo de vida saludable como naturista y vegetariano. Gracias a él, llegaron a Arenas de San Pedro la primera piscina, máquinas de bordar y un gramófono.
El vínculo con Pinto
La conexión de Juan Padrós con Pinto se refleja en diversas fuentes históricas. Un periódico de 1922 menciona que “en el pueblo de Pinto, donde pasa algunas temporadas el veterano y cada día más entusiasta vegetariano-naturista, señor Padrós”. Este dato destaca cómo Pinto se convirtió en un refugio para Juan, un lugar donde podía cultivar su filosofía de vida y su pasión por la naturaleza, como veremos en un próximo artículo. Pinto era un lugar donde el agua, el sol y las bondades del campo, unido a su cercanía con la capital, hacían que fuera un lugar idílico para las estancias estivales.
Ramón Morales, en su libro «Mis primeros cien años de vida», relata una anécdota en la que Padrós, residente en Pinto, acudía al gimnasio Murillas, situado en la calle Almirante, el único que había en Madrid en aquellos iniciales años 20. Morales narra su anécdota con Padrós de la siguiente manera:
«En el gimnasio Murillas había un cuadro de honor para el que levantara en una mano 47 kilos y en la otra 43. Se necesitaba bastante entrenamiento. En este cuadro de honor estaba Villota, Padrós y no me acuerdo si también Cabriñana, y pocos más que no recuerdo. Un día, Padrós, que era vecino en Pinto, vino a verme y luego, ya en su casa, sacó las pesas y me dijo que probara a levantarlas. Tenía yo entonces 19 ó 20 años (Morales nació el 10 de enero de 1901). Las cogí y del impulso me las puse en los hombros, pero no pude levantarlas del todo. Don Juan Padrós al verlo dijo: «te las has ganado», y me las regaló.
Eran las pesas del cuadro de honor que tenían en el gimnasio. Hice aquello de momento y sin ningún entrenamiento. Don Juan se convirtió quizá en el primer vegetariano de España y se llegó a curar unas fiebres tifoideas sólo con agua de limón».
Este gesto refleja el carácter generoso y humano de Padrós, así como su interés por motivar a los jóvenes a superarse físicamente.
Un legado inmortal
Juan Padrós Rubió falleció el 11 de mayo de 1932, dejando un legado que trasciende el fútbol. Su compromiso con el deporte, la educación, la naturaleza y los valores sociales sigue siendo un ejemplo. Su historia nos invita a reflexionar sobre la importancia de construir un legado basado en la pasión, la generosidad y el servicio a los demás.