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El pinteño Rubén González, un ejemplo de superación

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En el deporte casi siempre solo nos quedamos con las historias sobre triunfos y campeonatos, pero muchas veces olvidamos que detrás de esa foto, ese trofeo o ese júbilo que explota tras lograr la victoria final hay personas, muchas horas de entrenamiento y sacrificios. Personas de carne y hueso, con sus sentimientos y una vida, que en la mayoría de las ocasiones pasamos inadvertida.

Si lanzo el nombre de Rubén González sobre el tapete de la actualidad deportiva, pocos o muy pocos sabrán de quién estamos hablando. Rubén es, todavía a día de hoy, uno de esos pinteños sobresalientes que ha dado multitud de alegrías, no solo a su familia y amigos, sino a todo el municipio de Pinto. Uno de estos vecinos que son el mejor ejemplo del ADN ganador made in Pinto.

Durante casi tres años ha sido capaz de levantarse cada día con el único objetivo de volver a competir al más alto nivel. Ha seguido evolucionando a nivel laboral. Hoy trabajar como ingeniero informático en una empresa del sector del big data en la parcela de ciberseguridad. Tras su jornada laboral, se desplaza hasta la localidad de Arganda donde entrena junto a su actual entrenador, Iván Leal. A todo ello, hay que sumarle el trabajo diario que realiza junto a su preparador físico Pablo Gómez. Sin duda un ejemplo de superación, constancia y tesón.

Desde muy joven destacó en el mundo del Kárate.

En 2011, de la mano del destacado karateca pinteño Javier Hernández, que por aquel entonces era el seleccionar absoluto de la selección nacional de kárate, Pinto volvía a tener a un referente en el mundo del kárate. El pinteño Rubén González, que llevaba toda la vida practicando este deporte, se había convertido en uno de los mejores karatecas dentro de la región y comenzaba a llamar a la puerta de los campeonatos nacionales e internacionales.

Fue una etapa donde los éxitos deportivos le llevaron a la selección madrileña y a disputar el campeonato de España. Unos logros que no le cegaron en ir quemando etapas como adolescente y no descuidar sus estudios de ingeniería informática en la Universidad Carlos III de Leganés (Madrid).

Un ejemplo dentro y fuera del tatami.

En 2012 llegó el destino le trajo una grave lesión que le mantuvo mucho tiempo fuera. El ligamento lateral interno de la rodilla le pidió una tregua y tuvo que redirigir su carreta. Fueron momentos muy complicados en lo deportivo y, sobre todo, en lo anímico.

Un golpe que le hizo más fuerte. Decidió no tirar la toalla y cambió de entrenador. En esta ocasión llamó a la puerta de otro gran karateca como es Iván Leal, otro referente a nivel nacional e internacional.

En marzo de 2019, la historia se repite y, en esta ocasión, el ligamento lateral interno de la otra rodilla le pide que pare y los fantasmas vuelven. “Volvía a suceder. Me volvía a romper y la verdad es que una situación muy dura porque me ocurría por segunda ver”, rememoraba a ePinto el deportista pinteño.

La paciencia y la constancia, los ingredientes del éxito.  

Tras más de dos años parado tras la lesión, el pasado mes de octubre, Rubén González volvía a la competición. “Me sentí inmensamente feliz, por haber vuelto a pisar un tatami en una competición. El objetivo era muy simple, recuperar sensaciones y encararlo como una primera toma de contacto a ver cómo estaban mis ligamentos tras la lesión”, reconoce el pinteño.

Tras una grave lesión y una pandemia de por medio, Rubén volvía a sentirse pleno y  feliz a nivel deportivo tras el campeonato disputado en Azcoitia (País Vasco). Estuvo a punto de subirse al pódium, aunque finalmente se tuvo que conformar con una meritoria quinta plaza en la Liga Nacional de Kárate.

Posteriormente midió sus fuerzas en la Karate 1 Series A de las series mundiales de Kárate, que se disputaron en el Navarra Arena de Pamplona. En esta ocasión logró una meritoria novena posición y logró terminar dentro del top 10 en una de las pruebas que componen el circuito mundial.

Tras el torneo Rubén reconocía que cada vez se veía mejor: Las sensaciones son muy buenas y he competido a un gran nivel. Hay un salto muy importante cuando compites con gente a nivel internacional como sucede en las series mundiales. Pero sobre todo me quedo con las sensaciones durante el torneo, sobre todo contra Índía. Lo que me hace afrontar este 2022 con mucha ilusión y confianza”.

Objetivo 2022: Confianza, trabajo y disfrutar.

Las sensaciones son inmejorables. Con apenas un mes tuve mi primera competición y hace unos días tuve la posibilidad de medirme con algunos de los mejores karatecas del mundo mostrando un buen nivel y encontrándome muy bien”, reconoce el vecino de Pinto.

En el campeonato de Madrid celebrado este sábado en el municipio de Collado Mediano, el pinteño tuvo la mala fortuna de enfrentarse en primera ronda contra el campeón final de su categoría. Aunque su objetivo era intentar luchar por subirse al podio, el pinteño es optimista: “Este año hago 30 años y quiero aprovechar todo lo que pueda. Disfrutar estos años como deportista. Conseguir los mejores resultados posibles aunque soy consciente que los objetivos son diferentes que cuando tenía ventipocos años”.

Voy a seguir trabajando duro porque quiero seguir peleando el ranking mundial y ser competitivo en todas las competiciones que asista, pero todo ello sabiendo buscar un equilibrio entre el deporte, el trabajo y mi vida personal”, reconoce el pinteño que compagina su amor por el kárate con su trabajo en el sector de la ciberseguridad y su familia.

Para nosotros, volver a ver a Rubén sobre el tatami es una gran proeza. En ocasiones nos cegamos en contar las historias de grandes campeones, pero la verdadera esencia del deporte está en ejemplos como el pinteño Rubén González, un deportista que ha logrado superar dos graves lesiones, labrarse un gran futuro laboral y seguir teniendo la ilusión de aquel joven que con apenas la mayoría de edad saboreaba las mieles del éxito al más alto nivel.

Desde ePinto estamos seguro que vamos a seguir contando éxitos de este pinteño, que vuelve a poner en valor esos valores que vienen impresos en el ADN pinteño.

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