
A finales del siglo XVIII, el público madrileño abarrotaba los corrales de comedias y los teatros de la corte para disfrutar de un género muy particular: el sainete. Breves, divertidos y costumbristas, estos pequeños cuadros teatrales servían de descanso entre actos de obras más largas y, al mismo tiempo, se convertían en un reflejo vivo de la sociedad de la época. Entre los autores destacó Ramón de la Cruz, considerado el gran maestro del sainete, que supo retratar como nadie la vida popular madrileña. Y en medio de su prolífica producción aparece una pieza que aún hoy despierta especial interés en Pinto: “Inesilla la de Pinto”.

Un estreno en el Madrid de 1770
La obra se estrenó a principios de la década de 1770, en un solo acto y escrita en versos octosílabos, el metro más ágil y musical de la tradición castellana. Se trataba de una adaptación libre de la comedia francesa Agnès de Chaillot, de Legrand y Dominique, que Ramón de la Cruz llevó al terreno castizo, salpicándola de referencias locales y de costumbres reconocibles para el público madrileño.
El éxito del sainete fue tal que, años después, en 1800, la obra se imprimió con licencia y se puso a la venta en librerías tan concurridas como la de Quiroga, en la calle de las Carretas, o la de Concepción Gerónima, formando parte del abundante repertorio de comedias, tonadillas y entremeses que consumía la sociedad ilustrada.
Pinto como centro de la trama… y de España
Lo primero que sorprende es el propio título: Inesilla la de Pinto. La protagonista queda identificada desde el inicio con nuestro municipio, no solo como lugar de origen, sino también como símbolo de resistencia y de amor verdadero. Inesilla confiesa que su corazón pertenece a “un mancebo en Pinto”, con quien ya había sido comprometida, y se niega a aceptar un matrimonio concertado con Ermenegildo, el hijo del Embajador.
Pero hay una alusión todavía más significativa. En el inicio de la obra, al presentarse el Embajador y describir la procedencia de su propuesta, declara:
“La muy ilustre, muy noble vecina a Pinto, que el punto céntrico de España ostenta, saludes por mí os envía, y muchas enhorabuenas de que vuestro hijo famoso Ermenegildo Poleas…”
Esta referencia es de enorme valor: Pinto aparece explícitamente como el “punto céntrico de España” en una obra teatral representada en Madrid en el siglo XVIII. No solo se menciona a la localidad como escenario de la acción, sino que se la reconoce con un atributo que será parte esencial de su identidad histórica durante siglos: su centralidad geográfica.
Entre el amor y la conveniencia
La trama gira en torno al enfrentamiento entre el matrimonio por amor y el matrimonio concertado por conveniencia. Los padres de Inesilla, el Alcalde y la Alcaldesa, ven en el enlace con el hijo del Embajador una oportunidad de prestigio social. Sin embargo, la joven se mantiene firme: prefiere morir antes que traicionar su compromiso con el muchacho de Pinto.
El conflicto alcanza tal magnitud que se convoca un concejo en la propia casa para deliberar sobre la situación, como si la vida privada quedara bajo juicio público. Finalmente, y como buen sainete, la obra concluye de forma festiva: el Alcalde cede a la voluntad de su hija, Ermenegildo acepta su destino con resignación y el amor verdadero triunfa.
Pinto en boca del público madrileño
Las referencias a Pinto no se limitan al título ni al amor de Inesilla. El sainete incluye expresiones como “desde Pinto hasta Vallecas” para subrayar la magnitud de ciertas celebraciones, o menciones a un “Alguacil del Alcalde de Ballecas en Pinto”, que sitúan a nuestra localidad dentro del mapa geográfico y administrativo del entorno madrileño. En los discursos del Alcalde, incluso se afirma que, aunque “todo Pinto y Vallecas” se opusieran, él sostendría su decisión.
De este modo, Pinto se convierte en escenario, símbolo y referencia cultural dentro de la obra, proyectando su nombre y su identidad en el corazón de los teatros de la corte.
Un testimonio cultural de gran valor
Inesilla la de Pinto no es solo una anécdota literaria. Es un testimonio de cómo, en pleno siglo XVIII, nuestro municipio era lo suficientemente conocido y significativo como para ser protagonista en un sainete de Ramón de la Cruz. Además, el hecho de que la obra subraye que Pinto “ostenta el punto céntrico de España” demuestra que esta idea ya estaba presente en el imaginario cultural de la época, mucho antes de que otros lugares reclamaran tal título.
Hoy, dos siglos y medio después, esta pequeña pieza teatral nos recuerda que Pinto no solo ocupa un lugar en los mapas, sino también en la historia cultural de nuestro país. Y lo hace con la gracia y la picardía de un sainete que llevó a nuestra localidad, entre risas y versos, a los escenarios de Madrid.