
Entre los vecinos más ilustres que dejó su huella en Pinto durante el siglo XIX, destaca Enrique Pérez Escrich, uno de los escritores más populares y leídos de su tiempo. Su talento, reconocido dentro y fuera de España, lo convirtió en una figura central de la literatura española, aunque su vida estuvo marcada por la gloria y el infortunio.
El inicio de una carrera brillante
Nacido en Valencia el 6 de octubre de 1829, Enrique Pérez Escrich llegó a Madrid con apenas 19 años, en busca de reconocimiento literario y fortuna. Sus primeros años en la capital estuvieron plagados de dificultades, pero su perseverancia lo llevó a hacerse un nombre en el teatro. Sin embargo, fue en la novela donde alcanzó la cúspide de su éxito.
Sus obras, dirigidas principalmente al público familiar, conquistaron a una generación de lectores. Muchas mujeres aprendieron a leer gracias a sus novelas, y algunas incluso se adentraron en la alfabetización motivadas por el deseo de disfrutar de sus historias. Este fenómeno le otorgó una popularidad sin precedentes.
Pérez Escrich se convirtió en el autor más buscado por las editoriales de la época. Su pluma fue disputada por nombres como Manini, Murcia, Martí o Guijarro. Este último llegó a contratarle en exclusiva, asegurándole una sustanciosa remuneración. Su éxito trascendió fronteras: sus obras fueron traducidas al inglés, francés, alemán, portugués e italiano, consolidando su fama internacional.
La llegada a Pinto
A pesar de sus logros, la tragedia golpeó a Pérez Escrich cuando dos de sus tres hijos fallecieron debido a enfermedades. Poco después, su hija Carmen, de 12 años, enfermó gravemente. Los médicos recomendaron un cambio de aires, y en 1865 el escritor adquirió una casa de campo en Pinto, un municipio cercano a Madrid, conocido por su tranquilidad, aire puro y sus aguas.

El caserón, llamado Banegas, se alzaba entre las actuales calles Pérez Escrich y plaza de Santiago. La finca constaba de dos edificios separados por un jardín: uno servía como despacho, donde el escritor combinaba su pasión por las letras y la caza, y el otro como espacio para reuniones y bailes dominicales.
En Pinto, Enrique Pérez Escrich se dedicó a escribir novelas y disfrutar de la caza, una de sus grandes pasiones. Se comentaba que su escopeta era tan prolífica como su pluma. Gracias a la serenidad del campo y el clima de Pinto, su hija recuperó la salud, y la familia encontró un nuevo hogar en este “arrabal de la corte”, como él mismo describía al pueblo.
Un vecino generoso y activo
La integración de Pérez Escrich en la vida social pinteña fue notable. Participaba en comisiones de festejos, organizaba bailes y ofrecía almuerzos a sus vecinos, convirtiéndose en un personaje querido y respetado. Su generosidad también se extendió al ámbito literario, apoyando a escritores noveles con consejos y avales.
Sin embargo, esa misma bondad fue la causa de su ruina. Un amigo al que había avalado económicamente huyó, dejándole en la bancarrota. Obligado a vender su casa en Pinto, Pérez Escrich aceptó el cargo de director del Asilo de las Mercedes en Madrid, donde pasó sus últimos años.
El final de una vida intensa
Enrique Pérez Escrich falleció el 24 de abril de 1897, dejando un legado literario inmenso y un recuerdo imborrable en Pinto. Su vida, llena de éxitos y adversidades, refleja el espíritu de un hombre que supo conjugar el arte con el compromiso social, y que encontró en Pinto un refugio donde compartir su talento y generosidad.
Hoy, su nombre perdura en la memoria del callejero de la villa, como uno de los grandes escritores que la eligieron como hogar.
- Si deseas más información sobre Enrique Pérez Escrich, puedes consultar el libro «De Pinto, mi reina«, de Mario Coronas.