
En la segunda mitad del siglo XIX, Pinto contaba entre sus vecinos más ilustres con don Luis González Sierra, conocido como el marqués viudo de Salas. Hombre de gran fortuna y notable presencia en la vida local, poseía una importante labranza en el municipio y numerosos trabajadores del campo bajo su responsabilidad, incluidos mozos de mulas.

Residía en una casa de treinta mil pies situada en la calle del Barco, número 2, y era además propietario de una amplia cueva de mil pies en la calle Cádiz, número 4. En 1821 había contraído matrimonio con doña María Amalia de Acosta y O’Beirne, marquesa de Salas, y quedando viudo el 30 de diciembre de 1868.
Al año siguiente, el 21 de junio de 1869, fundó una ganadería brava que con el tiempo alcanzaría un notable prestigio en los círculos taurinos. La formó inicialmente con 21 vacas procedentes de Saturnino Ginés, adquiridas a don Domingo Várela, y un semental cárdeno de nombre Escribano, del afamado hierro de don Antonio Miura. El éxito de la ganadería se debió en gran parte al cuidado y esmero de su mayoral, Felipe Martín, y al buen criterio del marqués, siempre rodeado de personas expertas en el arte del toreo. El ganado pastaba en la dehesa de Los Gozques, a orillas del río Jarama, en el término de San Martín de la Vega.
La ganadería tuvo su presentación oficial en la plaza de toros de Madrid el 4 de junio de 1875, causando una grata impresión entre los aficionados. Aquellos primeros toros se presentaron en excelente estado, con gran poder y trapío. Eran de alzada notable, con capas cárdenas, negras, retintas y coloradas, y portaban una divisa de color encarnado. Su lidia fue, en general, más que satisfactoria, si bien se registraron algunos percances. El primero de los toros lidiados, Parrao, hirió de gravedad al espada Ángel Pastor, quien sufrió una herida contusa en el brazo izquierdo y una fuerte contusión en el tórax.
Pese a estos percances, la ganadería fue consolidando su reputación, y pronto las más importantes plazas de toros del país comenzaron a solicitar sus reses. En todas ellas, el resultado confirmó la calidad y bravura de los animales criados por el marqués de Salas.
Pinto se vuelca con los toros del marqués viudo de Salas
El 15 de julio de 1876, La Correspondencia de España anunciaba con entusiasmo la inminente corrida en Madrid con toros del marqués viudo de Salas, una ganadería de gran prestigio, cuyos astados se criaban en los campos de Ciempozuelos, Valdemoro y, especialmente, Pinto, donde el marqués poseía una importante finca.
La expectación era máxima: desde primera hora se formaban largas colas en el despacho de billetes, y la empresa taurina había reforzado el número de toreros de a pie y a caballo para asegurar un espectáculo completo. Ante el interés mostrado por los vecinos de estas localidades, la compañía del ferrocarril habilitó un tren especial entre Aranjuez y Madrid, con paradas en las estaciones intermedias y billetes económicos —solo siete reales por trayecto—.
En Pinto, la noticia causó auténtico fervor. Según relataba el diario, el entusiasmo era tal que “serán muy pocas las personas que dejen de venir a ver la corrida”, aprovechando la facilidad del transporte. Para los pinteños, ver lidiar en la capital a los toros criados en sus tierras era motivo de orgullo.

Entre los ejemplares más célebres destaca Carita, un toro cárdeno y careto, tentado y herrado en 1877. Su fiereza se hizo legendaria al matar en la dehesa a cuatro toros, dos becerros y una vaca, resistiéndose a ser encajonado en múltiples ocasiones. Por sus correrías, que nunca le alejaban del resto de la vacada, era bien conocido por los vecinos del entorno. Fue anunciado dos veces en la plaza de Madrid, pero sendas corridas tuvieron que suspenderse por mal tiempo. Finalmente, fue lidiado en Aranjuez el 20 de mayo de 1881, ocupando el quinto lugar del cartel y siendo estoqueado por el propio Ángel Pastor.
A la muerte del marqués en 1883, la ganadería siguió ofreciendo reses bajo la denominación “de la testamentaria”, manteniendo su buen nombre. El 4 de julio de 1885 se sacó a subasta pública todo el ganado, compuesto por 179 vacas, 27 becerras, 30 becerros, 102 toros y 14 cabestros, por un total de 211.925 pesetas, una suma considerable para la época.
Pero aún aguardaba la historia un capítulo glorioso para esta vacada: el 24 de abril de 1887, en la plaza de toros de Madrid, se produjo el primer indulto registrado en esa arena. El toro protagonista fue Jaquetón, adquirido ese mismo año por Agustín Solís, antiguo toro de la ganadería del marqués. Su bravura excepcional le ganó la vida y el reconocimiento eterno en los anales del toreo.

Así, la figura de don Luis González Sierra, marqués viudo de Salas, no solo dejó huella en la historia local de Pinto, sino también en la memoria de la tauromaquia española, gracias a su pasión ganadera, su buen hacer y una vacada que aún resuena en la historia.