Cada Navidad, la calle Cartuja de Pinto se convierte en una parada obligatoria para los vecinos. Y un año más, Sole y Dani han vuelto a demostrar que la ilusión es capaz de mover montañas —o, en este caso, trenes enteros. Su hogar se ha transformado en una espectacular recreación del Polar Express, convirtiendo la fachada de la vivienda en un escenario lleno de luz, color y fantasía.

A primera vista, la decoración sorprende por su escala: un tren a tamaño real, con vagones revestidos de madera y un locomotor negro que lleva inscrito, en letras doradas, el emblemático nombre “Polar Express”. Los marcos nevados de las ventanas, guiños artesanales a la estética invernal, invitan a asomarse imaginariamente a un viaje mágico que parece estar a punto de partir. Todo ello acompañado de una iluminación rica en detalles, con cortinas de luces LED que envuelven la casa y crean un ambiente acogedor pese a la noche fría.

En la parte superior del montaje, donde aparece un grupo de figuras gigantes hinchables —muñecos de nieve, Papá Noeles y otros personajes festivos— observan sonrientes la calle. Con sus colores vivos y su aire desenfadado, refuerzan el carácter lúdico que siempre ha definido esta casa ya famosa en Pinto. Es una composición pensada para hacer soñar a los niños y despertar en los adultos recuerdos dormidos de infancia.

No es la primera vez que Sole y Dani convierten su casa en un pequeño parque temático navideño. Año tras año, su creatividad ha atraído multitudes y se ha viralizado en redes sociales; sin embargo, este año han ido un paso más allá. La elección del Polar Express no es casual: la historia del tren mágico —basada en el libro de Chris Van Allsburg y popularizada por la película de 2004— habla de fe, amistad y magia. Valores que, más allá de la ficción, resultan plenamente vigentes en tiempos donde cuesta mantener la ilusión intacta.

El resultado no solo es visualmente espectacular; también es emocionalmente conmovedor. Familias enteras pasean hasta la calle Cartuja para hacerse fotos, grabar vídeos o simplemente detenerse unos minutos a observar. Los niños miran con ojos brillantes. Los adultos sonríen, quizá sin darse cuenta, y comparten un instante de pausa que, en estas fechas, vale su peso en oro.

En un municipio donde las tradiciones se renuevan, la casa de Sole y Dani se ha convertido en un pequeño fenómeno local, una expresión de creatividad vecinal que suma al espíritu navideño de Pinto. Porque no se trata solo de luces ni de decoraciones espectaculares, sino de un acto de generosidad: dedicar tiempo, esfuerzo y recursos para regalar ilusión a todo aquel que pasa por delante.

Este año, el Polar Express no solo ha hecho parada en la calle Cartuja: ha recordado a todos que la magia necesita, ante todo, gente dispuesta a creer. Y Sole y Dani, con su tren iluminado, se han vuelto a convertir en maquinistas de esa emoción.

En Pinto, la Navidad vuelve a empezar sobre raíles.

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