En estos días, todos los vecinos y vecinas deberíamos estar celebrando la semana grande de nuestro pueblo, las fiestas de Pinto. Este 14 de agostos serían los fuegos artificiales y uno de los últimos días de los míticos encierros. Muy populares entre jóvenes y no tan jóvenes del municipio. Con especial mención a las peñas, que daban colorido y alegría.

Pero sin duda, si había alguien que dejaba su sello de identidad en el coso taurino, ese era nuestro querido “Betis” con su látigo. Una figura ligada a Pinto desde que uno tiene uso de razón.

Y es que, en los prolegómenos de la suelta de los primeros astados, Antonio Barreda, “El Betis”, cogía su pintoresca bicicleta y se desplazaba desde la Plaza de la Rábida, donde vivía, para amenizar la espera de los asistentes, con los primeros rayos del sol de fondo. Un latigazo, y otro, y otro más. Así hasta que un intrépido intentaba emular, sin mucho éxito, las hazañas de uno de los vecinos más populares y más querido de Pinto.    

Pero lamentablemente, el 8 de mayo de 2016 nos dejó nuestro querido Antonio Barreda, conocido por todos como “El Betis”. Un vecino que nos deleitaba con su afición por el equipo verdiblanco y su amor a Pinto. Desde su kiosco, situado en frente de la estación de Renfe de Pinto, se convirtió en uno de los vecinos más entrañables y simpáticos de nuestro pueblo. No era extraño verle por las calles de Pinto montando en su bicicleta con su característico transistor. Y siempre ataviado con su gorra del Betis. ¡Qué recuerdos!

Una infancia en Pinto de color verdiblanco.

Desde muy pequeños todos hemos conocido a este singular vecino por regentar unos de los kioscos más famosos de nuestra localidad. Un kiosco diferente y muy especial. Cromos, globos, piruletas… da igual lo que fueras a comprar que siempre estaba “El Betis” con su gorra del equipo verdiblanco y su bicicleta inconfundible. Además, nunca le faltaba su entrañable sentido del humor que alegraba hasta los días más nublados.

Su pasión por el equipo sevillano era más que reconocida. De ella venía su sobrenombre. No se perdía ni un partido de los verdiblancos. Finidi, Stosic, Merino, Alfonso, Joaquín, Denilson, Ureña o Cañas. Se conocía a todos los jugadores que habían jugado en el club de sus amores. Sin duda uno de esos aficionados de los que no quedan. Betis y Pinto, sus dos pasiones.

En estas fechas que, aunque el COVID haya provocado que en 2020 no estemos celebrando las fiestas patronales de Pinto, no podía faltar nuestro pequeño recuerdo a un vecino que escribió su nombre en la historia de nuestro pueblo. Un vecino muy entrañable, que supo alegrarnos las fiestas y la vida con su inseparable látigo y esa alegría que desprendía por los cuatro costados.

¡Viva Pinto! ¡Viva la Rabida! Y ¡Viva el Betis manquepierda!

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí