El espectáculo de la muerte y la contemplación de los restos de los muertos han provocado, desde tiempo inmemorial, pasiones, emociones y diversas expresiones culturales. Desde las festividades como Halloween hasta los templos católicos hechos de huesos y las momias exhibidas en museos, la fascinación por los muertos sigue siendo muy fuerte. España no ha quedado al margen de estos rituales, con ejemplos singulares como las momias de los duques de Frías en Burgos o el esqueleto del Paso de la Muerte en Ateca.
El Hallazgo en Pinto
El 1 de febrero de 1889, una noticia asombrosa apareció publicada en el periódico El País. El alcalde de Pinto, don Pedro Rubín de Celis y Alonso, envió un telegrama al gobernador civil de Madrid, don Alberto Aguilera y Velasco, informando sobre un hallazgo excepcional:
«entre los escombros de la casa del ama de gobierno del cura, se encontraron tres momias en un estado de conservación perfecto«.
El hallazgo tuvo lugar en un momento de creciente interés por la arqueología y los descubrimientos históricos en España y Europa. A finales del siglo XIX, el país estaba inmerso en un proceso de redescubrimiento de su propio patrimonio cultural, lo que despertaba una gran curiosidad tanto en académicos como en el público en general.
El Hallazgo
Según el telegrama enviado por el alcalde de Pinto, las momias fueron encontradas durante las obras de restauración en la casa del ama de gobierno del cura, un edificio que aparentemente tenía más secretos de los que se conocían. La noticia causó revuelo, ya que el descubrimiento de momias, especialmente en un estado de conservación tan impecable, era un acontecimiento raro y emocionante.
Hipótesis y misterios
El hallazgo planteó varias preguntas. ¿Quiénes eran estas personas momificadas? ¿Cómo y por qué fueron momificadas?
Pinto se convirtió en el centro de teorías y especulaciones, con algunas hipótesis sugiriendo un origen local y otras, una influencia de técnicas de momificación extranjeras.