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El Rincón de Cuchillo: No somos la misma persona durante toda nuestra vida

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La memoria me lleva a la temprana edad en la que comencé a dar patadas a un balón. Ni siquiera sabía que se llamaba fútbol, aquello que estaba practicando. Por supuesto, el escenario no era otro que, literalmente, la calle. Al cabo de un tiempo, después de descubrir con mis amigos ese apasionante juego, se nos ocurrió pintar en la tapia del muro de mi casa, dos líneas verticales y una línea horizontal a modo de portería de fútbol. Con inusitada destreza intentaba regatear a mis amigos, probaba todo tipo de gestos técnicos, dominar o templar el balón, el control, la conducción, el pase, el disparo a puerta, cabecear a gol, driblar a un contrario, hacer un caño, una finta, pero eso sí, el fin tenía que ser marcar gol, pero un gol bonito, si podía ser. Era colosalmente feliz, jugaba al fútbol todo el día en todos los sitios imaginables.

Cuchillo junto al jugador del Atlético de Madrid Bermejo en el Roldán en un acto de la Peña Atlética Reina. Foto: José Juan López Cuchillo.

Me compraron para mi cumpleaños, un jersey de portero, azul celeste, con un ribete de tela color rojo de unos tres centímetros de ancho, en forma de uve que iba desde cada hombro hasta el ombligo. El pantalón, de color azul celeste, las medias rojas con un ribete blanco en horizontal y las rodilleras con material acolchado. Recuerdo que cuando me lo puse estaba súper contento, pero por la tarde la alegría se trastornó en tristeza, el Athletic de Bilbao ganó 6-1 al Atlético de Madrid (temporada 67-68), en un partido de liga jugado bajo la nieve. 

¿Qué tendría, de seis a doce años, aproximadamente? El fútbol era en el barrio y en el colegio principalmente. Leo que el temperamento en la infancia predice tu personalidad, más de veinte años después.

Pacheco, Suazo, Andrés, Escribano, Valentin, Juan Carlos, Richi Fraile, Juan Ruiz y Cuchillo, entre otros miembros del equipo. Foto: José Juan López Cuchillo.

Yo, tuve suerte. Gracias a mi padre Félix “El Pipa”, conocí otro tipo de fútbol, primero como espectador del Real Aranjuez, del Club Atlético de Madrid, y del Club Atlético Pinto, este último, mi equipo favorito, sin lugar a dudas. Entré en las categorías inferiores del Pinto, como pre juvenil (hoy, cadete), que por aquellos entonces era la última categoría, junto con el equipo juvenil y el equipo senior, que nosotros conocíamos como los mayores.

Cuchillo en uno de los equipos en los que militó en Pinto. Foto: José Juan López Cuchillo.

Desde los trece a los veintitantos años, disfruté apasionadamente del juego del fútbol, ya fuese espectador, gestor de competiciones, y jugador federado o de competiciones locales. A diferencia de la generación actual, los campos de juego donde competíamos eran de tierra, no de césped artificial. En nuestro pueblo, el campo de fútbol estaba bastante bien cuidado, aun así, cuando jugabas como visitante frente a otros, algunas partes del terreno de juego eran charcos considerables, o un barrizal que impedía controlar y pasar el balón correctamente. Si el campo estaba helado, las irregularidades del terreno de juego parecían cuchillas que causaban dolor a tus piernas si caías al suelo. La cara anterior de las caderas desde el comienzo hasta el final de la temporada, sangraban. Que se lo pregunten a los porteros, por ejemplo.

Partido entre el Atlético de Pinto y el Real Aranjuez en el antiguo campo municipal, actual Amelia del Castillo. Foto: José Juan López Cuchillo.

Jugar en un campo de fútbol de césped natural, eran un lujo que pocas veces se daban. Entre ellos estaban el magnífico campo de la Uralita, Ciempozuelos, Aranjuez, Valdemoro, Torrejón, Alcalá, y pocos más. La iluminación artificial del terreno de juego era insuficiente, como mucho tenía un par de focos por cada poste de madera en cada esquina. En Pinto, eran postes metálicos de luz, con cuatro focos cada uno. Un avance, para la época. Luego se construyeron otros campos de fútbol en Pinto, y nos olvidamos del patatal. El campo de Mateu Cromo, el antiguo de tierra del Parque Juan Carlos I, el del colegio Onésimo Redondo. También jugábamos en el campo de césped natural del Rafael Mendoza y los campos de césped artificial del Príncipes de Asturias, Amelia del Castillo, Colegio el Prado, y Complejo Deportivo Patri Chamorro ¡qué gozada!

Foto del campo de fútbol de tierra del parque Juan Carlos I, hoy forma parte de la ciudad deportiva del parque Municipal de Pinto. Foto: José Juan López Cuchillo.

Los dorsales de las camisetas iban del número 1 al número 11 y si te daban del 12 en adelante, mala suerte, no eras titular y a chupar banquillo hasta que el entrenador decidiese si jugabas y desde que minuto te alineaba, si es que lo hacía. Los entrenamientos eran meras rutinas de calentar, correr al trote, poca variedad de ejercicios, y escaso material deportivo, como mucho tres balones para todo el equipo. Los entrenadores, la mayoría quizás, eran personas bienintencionadas, con escasa empatía (no se sabía que existía esa palabra y por supuesto su significado) y más bien, gritones. Era época de quien más grita más autoridad parece que demuestra. Otros tiempos, ya digo. 

En mi memoria, ese tiempo lo recuerdo como una época intensa, colosal, extraordinaria, impresionante, no tengo calificativo idóneo para describir la subida de adrenalina y endorfinas que me producía ese extraño juego: once jóvenes contra once jóvenes y un señor vestido de negro, todos con pantalones cortos, y camiseta colorida, generalmente; calcetines altos, que llamaban medias, y un calzado súper raro, al que llamábamos botas de fútbol, para golpear al balón. Si el equipo tenía caché, seguramente llevaban hasta un chándal, con la publicidad de algún comercio local y el escudo del equipo en el lado del corazón, claro. El fútbol es coraje y corazón. Ya eres una persona que está en constante crecimiento personal, ya has dejado atrás la adolescencia, y las payasadas propias de la edad.

Cuchillo en uno de sus viajes por el mundo. En esta foto se encuentra junto a monjes tibetanos. Foto: José Juan López Cuchillo.

Cerca de la treintena, el fútbol, para mí, perdió punch, ya no me resultaba tan atractivo. Lo seguía viendo, lo seguía practicando a nivel local, pero ya no me resultaba tan mágico. Estaba y estuve un tiempo ayudando a mi padre en lo que necesitase e incluso presidí uno de los clubes legendarios del pueblo, el club Escuelas Deportivas de Pinto. También fui secretario general del Atlético de Pinto, con Antonio García, de presidente. Perdí algo de chispa por el fútbol. La maduración de la personalidad, vuelvo a leer.

Empecé a viajar a otros países, durante esta nueva etapa de mi vida, y, curiosamente, en un bar de Katmandú (Nepal), retransmitieron por televisión el partido de Copa de Europa del Valencia C.F. contra el Bayer Múnich, y me quedé a verlo. También asistí a un partido de fútbol en Senegal, no recuerdo el nombre del lugar, pero alguien nos trasladó en una barquita, a una aldea separada por el río, donde a ese partido acudieron decenas de espectadores de ambos equipos. Eso me hizo pensar en la enorme expansión que un simple juego había alcanzado. También tuve tiempo de escribir un libro que resume, la historia oficiosa del Atlético Pinto. Es el legado de mi memoria, tanto por el fútbol, como por la protagonista que lleva su nombre, ¡Gol del Pinto, Ileanita!

Cuchillo junto a su hija. Foto: José Juan López Cuchillo.

Rebasado los cuarenta y hasta los cincuenta años, entre unas cosas y otras, alcancé el cenit en la faceta deportiva, y con enorme ilusión, presidí el club de mis amores, el equipo de mi pueblo, el Atlético Pinto. 

Pasado un tiempo, la tragedia te asola y la protagonista de tu vida fallece, y te sumes en el desencanto. Te refugias en el fútbol, más bien, en el círculo de amistades que creaste alrededor de él. Poco a poco, la penumbra se retira y da paso a la luz. El fútbol lo sigues, con menos interés, pero lo miras y lo comentas, y, eso ya es un paso. El fútbol y la vida tienen otra mirada, de reojo, más bien. A ratos, el fútbol me sigue pareciendo un arte, pero otros ratos dan pereza verlo. En lo emocional, cuando te preguntan ¿qué tal estás?, ya está todo dicho. No somos la misma persona durante toda nuestra vida. To be continue (¿continuará?). Y tu vida, ¿qué tal van siendo?

Cuchillo en su época en el Atlético de Pinto, junto a varios periodistas que cubrían la información del equipo pinteño. Foto: José Juan López Cuchillo.

Quise emular a Pelé, Cruyff, Beckenbauer, Luis Pereira, Leivinha, Zico, Gullit, Platiní, Maldini, Kempes, Maradona, Zidane, Ronaldinho, Ronaldo (brasileño), Iniesta, Messi, y a decenas de ellos más, porque el fútbol fue mi pasión, y sí, existen desvergonzados que lo ensucian.

José Juan López Cuchillo.

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