Definir a la pinteña Isabel García Ortega es una de las cosas más complicadas a las que me he enfrentado como periodista. La conozco desde que tengo uso de razón. Me puso mis primeras gafas cuando iba al instituto, las segundas en mi etapa universitaria, fue confidente de mi madre con la que compartió muchas más cosas de las que les hubiera gustado y la mamá de mi amigo Alejandro, entre cientos de cosas más. Así somos lo de Pinto, una pequeña gran familia, que siempre está cuando la necesitas.

Este lunes, 15 de abril, es el último lunes laboral de la vida de Isabel García, la pinteña que, gracias a su trabajo, sacrificio y, sobre todo, honestidad se ha convertido en la óptica de confianza de todos los pinteños. El próximo viernes, será su último día al frente de Óptica Ortigosa. El domingo, 21 de abril, cumple 65 años y se jubila tras una larga trayectoria, que ha hecho de su trabajo una maravillosa forma de vida, ganándose el cariño y el respeto de sus vecinos.

Óptica Ortigosa made in Pinto

Isabel García junto a su padre, Antonio García Ortigosa, en Óptica Ortigosa. Foto: IGO

La vida de Isabel García Ortega siempre ha estado ligada a Óptica Ortigosa, la óptica de todos los pinteños. Ortigosa fue la primera en llegar a Pinto, de la mano de su padre Antonio García Ortigosa, en enero de 1973. Dejaron atrás la capital y las grandes ópticas de la época como eran Ulloa y San Gabino para emprender en nuestro municipio. Un Pinto muy diferente al actual, donde la población rondaba los 10.000 habitantes.

Isabel García aterrizó en Pinto en 1978, con tan solo 19 años, y tres años más tarde, tras acabar sus estudios en la Facultad de Óptica y Optometría de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), situada en Arcos de Jalón 118, se incorpora al negocio familiar ubicado en Pinto. “Llevo en Pinto casi toda mi vida. Me vine a vivir cuando tenía 19 años, pero yo Pinto lo conocía desde que nací porque mis abuelos y mis tíos eran de aquí. Entonces podemos decir que soy pinteña de toda la vida. Este es mi pueblo”, rememora Isabel con ePinto.

Cuando me tuve que venir a vivir a Pinto, me costó muchísimas lágrimas. Me vine con 19 años, en plena adolescencia y en Madrid tenía cines, teatros, restaurantes…y en Pinto no había nada. Imagínate, el primer pub que se abrió en Pinto fue el Flip y me acuerdo de que duró abierto dos días. Luego volvieron a abrir. Estamos hablando de un pueblo que no tenía ningún servicio y menos para los jóvenes. Tardaba en ir a clase dos horas y media para ir y otras dos horas y media para volver”, confiesa la pinteña de sus inicios en el municipio.  

Establecimiento de Óptica Ortigosa situado en la calle Hospital de Pinto.

Óptica Ortigosa comenzó su longeva historia en Pinto en un pequeño local “muy chiquitito” situado en la calle Real. Posteriormente, a los dos años, se trasladó a un local en la calle Hospital y más tarde adquirieron otro en el 37 de la Avenida de España, donde actualmente se encuentran. Atrás 51 años al pie del cañón dando un servicio esencial en la vida diaria de pinteños y pinteñas.  

En octubre de 1998, su fundador y ‘alma mater’ de Óptica Ortigosa, Antonio García Ortigosa, fallece a los 70 años, dejando un legado basado en educación y valores. Seña de identidad que se mantiene intacta tres generaciones después.

José Díaz estuvo más de 20 años junto a Isabel en Óptica Ortigosa.

Entre tanto, en 1988 se incorpora una de las piezas esenciales en Óptica Ortigosa y uno de los principales apoyos de Isabel, José Díaz Mayas, su cuñado. Más de 20 años junto a nuestra protagonista, hasta que el 2022 dejó paso a los más jóvenes. Sin duda, Ortigosa no se entendería sin José, un pilar fundamental para la pinteña y otros de los puntales de este establecimiento de toda la vida.

En 2006, se incorpora al equipo de Óptica Ortigosa, Alejandro Renes, la tercera generación, que junto a Míriam Sánchez Ponce, Olga Bazaga Jiménez y la última en llegar, la pinteña Nuria Ortega García-Cervigón, forman un auténtico equipazo.

Isabel, una más en la familia de muchos pinteños

Isabel durante la entrevista en Óptica Ortigosa. Foto: Iván Atance.

Con el paso de los años, Óptica Ortigosa se ha convertido en más que una óptica. La propia Isabel reconoce que para ella sus clientes y vecinos son parte de su vida: “Llevar tantos años conlleva que conoces a la gente. Tratas con ella, hablar de sus problemas y de sus alegrías, como de los tuyos, como es normal. Además, compartes cosas que por ejemplo en Madrid sería imposible. En Madrid, la mayoría de la gente es de paso, aquí son familias enteras. Has conocido a los abuelos, a los padres, a los hijos y ahora conoces a los hijos de los hijos. Llegando a conocer a cuatro generaciones de una misma familia. Lo que supone que al final, en cierta manera, se formen lazos personales muy importantes y profundos”.

La charla con Isabel es una clase magistral sobre la historia y evolución de Pinto y sus gentes. En ocasiones inundan la tienda un sinfín de emociones y bonitos recuerdos que hacen que tanto la protagonista como el reportero tengan que echar mano del pañuelo. Las temidas pero agradables lágrimas hacen su aparición sin avisar, ante la atenta mirada de todo el equipo de Óptica Ortigosa, que intentan no perderse ni un detalle de la entrevista con la jefa, mientras dan solución y respuesta a los clientes que no paran de visitar el local para recoger unas gafas, buscar asesoramiento para unas lentes de sol con cristales polarizados o, simplemente, saludar y dar los buenos días. Algo muy pinteño.

Pinto y los pinteños, un sitio preferente en su corazón.

Isabel siempre ha sido un ejemplo como mujer. Foto: Iván Atance.

Me quedo con haber conocido a muy buena gente. Pero, sobre todo, me quedo con la sensación de haber realizado un trabajo que me ha gustado siempre. He procurado hacer las cosas bien, pero me quedo con Pinto. Pinto para mi es lo mejor”, confiesa Isabel sobre su trabajo durante tantos años.

Desgraciadamente durante estos más de 40 años al pie del cañón en Óptica Ortigosa, Isabel reconoce que se acuerda de mucha gente que ya no está: “En los últimos años echo en falta a muchas personas que han sido muy importantes. Hay una maldita enfermedad que se lleva a muy buena gente en edades en las que no deberían irse. Claro que he conocido a mucha gente y la echo mucho de menos”.  

Repasando anécdotas, que tiene para escribir un libro, recuerda cariñosamente cuando en Pinto no sabían lo que significaba “óptica” y tenían que recurrir a marcas comerciales como “El Ulloa” para explicar que trabajan en “la tienda de gafas” o los padres que pasaban a saludar y a comentar que su hijo, a ese que le habías puesto sus primeras gafas, había acabado la carrera universitaria. Historias de las que gusta conocer junto a sus protagonistas.

Entre ellas, Isabel rememora una que guarda con mucho cariño en su corazón: “Siempre recuerdo mucho a un señor andaluz, que iba todos los días al hogar del pensionista y a la altura de la óptica, pasaba, charlaba un ratito y me regalaba un caramelo para endulzarme el día, como él siempre decía”.

Óptica Ortigosa, un ejemplo en el comercio local pinteño.

Míriam, Alejandro, Isabel, Nuria y Olga, el equipo de Óptica Ortigosa. Foto: Iván Atance.

Pinto ha cambiado mucho desde que yo llegué. Tenemos un buen transporte, las calles asfaltadas, podrían estar mejor, pero no vamos a quejarnos de todo. Tenemos parques, tenemos biblioteca…Ha cambiado mucho. Pinto está muy diferente desde cuando yo llegué”, reconoce Isabel sobre la evolución del municipio desde que ella aterrizó allá por 1978.

La Avenida España siempre se ha destacado por ese olor a pueblo de toda la vida. Aunque la calle la componen bloques de pisos de tres o cuatro alturas, todavía podemos descubrir casas de una sola planta con su pequeño patio. Casas de aquel Pinto que tanto nos gusta recordar. “El barrio está muy bien. Cuando yo me vine a vivir a la Avenida de España, el paseo estaba todo levantado. Lo que no ha cambiado es que pagábamos, ya entonces, una burrada de contribución. Fue divertido cuando fui al ayuntamiento y les dije que cómo era posible pagar tanto y me respondió que era una zona residencial. Entre risas le contesté que yo me asomo todos los días a la ventana y no veo ni los parques, ni las pistas de tenis. Hoy la situación ha cambiado. Las pistas de tenis y la piscina no lo hemos conseguido pero lo demás está bastante bien”, afirma Isabel entre risas. Porque durante la entrevista hubo tiempo para todo.

Óptica Ortigosa, situada en la Avenida España 37 de Pinto, antes de su última remodelación.

En la Avenida España de Pinto todavía perduran establecimientos de toda la vida como la Papelería Marte, Comestibles Díaz o Carnicería Mariano Montero. “El secreto es que estás en una zona céntrica, transitada. Nos avalan nuestros clientes, que son de muchos años y lo tercero es que somos personas muy conocidas. Creo que no hemos cometido ninguna falta grave y eso el cliente de toda la vida de Pinto lo valora mucho”, confirma rotundamente la pinteña.

En estos 43 años en el negocio no todo han sido buenos momentos. Reconoce que uno de los peores episodios fue cuando una noche entraron a robar en la tienda: “El peor momento fue cuando nos robaron. Nos dejaron la óptica completamente vacía. Se llevaron hasta los tornillos. La sensación de entrar y ver todo vacío… Se llevaron hasta gafas que no eran mías y estaban para entregar a clientes…Ese fue un mal momento porque luego te da miedo y toda la burocracia de los seguros…Los que sí respondieron muy bien fueron las marcas, que al día siguiente ya me estaban reponiendo todo el género que nos sustrajeron”.

También es crítica con la situación de la situación del comercio local en Pinto. Es cierto que siempre las instituciones públicas podrían hacer más por ellos, pero Isabel también hace autocrítica: “El comercio local pinteño no evoluciona mucho. Yo llevo toda mi vida escuchando quejarse al comercio de que la gente se va fuera, pero llevo viendo la misma fachada, los mismos escaparates, la misma mala iluminación en un 80% de los comercios de Pinto. Si tú quieres que sea atractivo también tienes que dar algo al cliente. Tú tienes que ver renovarse las cosas sino mal asunto. Por ejemplo, los aparatos. No puedo tener los mismos que cuando abrí. Hoy contamos con unos aparatos estupendos, muy avanzados. Hay que renovar y cambiar. Invertir en tu negocio es importantísimo si quieres diferenciarte y que el cliente te elija”, sentencia la responsable de Óptica Ortigosa.

Un futuro prometedor de Óptica Ortigosa.

Alejandro Renes, tercera generación de Óptica Ortigosa, junto a su madre, Isabel. Foto: Iván Atance.

Repasando la vida y vivencias de nuestra pinteña Isabel, siendo nuestra óptica de confianza, no podíamos pasar sin preguntarla cómo ha evolucionado el negocio durante estas más de cuatro décadas: “Ha cambiado mucho. Por ejemplo, cuando yo empecé, los operados de cataratas llevaban aquellas gafas con una lente gruesa. Hoy en día eso es impensable.  Las lentillas eran un producto muy exclusivo y ahora está al alcance de cualquier persona. Son asequibles. Ahora hay muchos tratamientos de prevención…Ha cambiado mucho”.

La estética siempre ha sido importante. El que lleva una gafa se ve reflejado todos los días en el espejo. Tiene que ser algo que le vaya bien, que convine. Se combina las dos cosas, la necesidad y el diseño”, añade Isabel a ePinto.  

El pasado año, Óptica Ortigosa cumplió medio siglo junto a todos sus vecinos. 50 años ofreciendo un servicio diferenciado y que sigue siendo una de las elecciones preferentes entre los vecinos de Pinto. “Creo que el secreto para durar tantos años es la honestidad. Hay que ser honesto en todo. Mi prioridad nunca ha sido ganar dinero. Hay que ganar dinero porque hay que comer, pero si tú eres honesto con la persona que entra, si tú le asesoras bien y si verdaderamente le recomiendas lo que él necesita, se puede durar”, reconoce Isabel sobre el modelo de negocio que siempre ha prevalecido en Óptica Ortigosa.

Isabel se jubila esta semana tras más de 40 años al pie del cañón el Óptica Ortigosa de Pinto. Foto: Iván Atance.

Aunque es complicado tocar el tema de la jubilación, Isabel vive el momento como parte de la vida, un ciclo que hay que cerrar para comenzar otro, no sin morriña de todo lo que deja. “Sé que me va a costar muchísimo. Pero tengo la gran suerte de vivir en el mismo sitio donde he trabajado. Por ello, voy a poder seguir viendo a mi gente todos los días los días del año si quiero. Positivo, pues que si me quiero ir a tomar un café ahora, tengo el tiempo suficiente para tomármelo y antes no. Negativo, que dejo atrás muchas cosas, pero creo que en esta vida todo tiene su ciclo y el mío es renovar. Os dejo en manos de una gente maravillosa y estoy segura que no voy a tener ningún tipo de problema”, reconoce la pinteña, que no oculta su emoción de pensar lo que sucederá en su corazoncito el próximo viernes cuando eche el cierre a la tienda por última vez como trabajadora.

Es imposible llegar a este punto y no pesar en que será de Óptica Ortigosa a partir del 21 de abril, aunque nuestra protagonista no tiene dudas que seguirá como lo que ha sido estos más de medio siglo en Pinto: “Ten en cuenta que mi padre no pudo dejarnos grandes cosas, pero sí nos dejó una serie de valores, que se perpetúan en familia. Yo estoy muy orgullo de mi hijo Alejandro y lo va hacer muy bien. De hecho, lo está haciendo muy bien. Y las chicas son como si fueran mis hijas, llevan conmigo 26 años y qué puedo decir de ellas, que son maravillosas. Y Nuria, que es la última incorporación, pinteña de nacimiento y va a seguir trabajando por su pueblo todo lo que pueda y más. Así que me voy contenta y tranquila”. Palabras muy emotivas y profundas que pone de relieve esa complicidad que existe entre Isabel y “sus chicas” Míriam, Olga y Nuria. Una complicidad que va más allá de una mera relación profesional. Una verdadera familia tras el mostrador.

Óptica Ortigosa desde 1973 al servicio de Pinto. Foto: Iván Atance.

Óptica Ortiga es una puerta abierta a todo. Seguirán innovando, seguirán trabajo para vosotros y procurando que estéis en salud lo mejor posible, por lo menos visual”, añade Isabel sobre el futuro de uno de los negocios pinteños más longevos.  

Todavía hubo tiempo para que el tesoro más preciado que puede tener Isabel volviera a salir en la conversación, sus vecinos: “Os voy a echar de menos a vosotros, a la gente, a mi gente. Lo más gratificante que puedes tener es salir a la calle y recibir un saludo de personas que me aprecian, que confían en la opinión que les doy, que les pueda asesorar y saben que les estoy asesorando bien. Eso es algo que no se puede comprar y para mi algo muy valioso…”.

La charla llega a su fin con nuestra querida Isabel García, la líder Óptica Ortigosa, que afronta el fin de una de las etapas más emotivas de nuestra vida, la laboral, para comenzar esa etapa que todos deseamos que llegue pero que cuando está cerca, da vértigo. Sea como fuere, la vitalidad y las ganas de vivir de Isabel se vislumbran en el horizonte como si de aquella adolescente se tratara, que aterrizó en nuestro pueblo con tan solo 19 añitos. Una mujer valiente, moderna y que ha salido indemne de las mil y una batallas que la vida le ha puesto en su camino. Un orgullo como hija, esposa, madre, amiga, jefa o vecina… Un ejemplo de superación, gracias a su trabajo, entrega y, sobre todo, honestidad.

Me seguiréis viendo por Pinto y más relajada”, con esta declaración de intenciones se despedía Isabel, una mujer que se ha ganado, por méritos propios, formar parte de la historia de Pinto.

Gracias por tanto Isabel.

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