El 3 de septiembre de 1907, en Pinto, durante unas prácticas de tiro con cañón que se realizaban con todas las precauciones imaginables, ocurrió un trágico accidente. Durante estos ejercicios, una granada explotó, hiriendo gravemente a dos mujeres y una niña de once años, esta última con heridas en el vientre en estado crítico. Las víctimas fueron trasladadas al hospital de Pinto y, al día siguiente, al Hospital Provincial de Madrid en un coche de Sanidad militar. Aunque se especuló que la niña había fallecido, no se recibió confirmación oficial al respecto.
Contexto de las víctimas
Las mujeres y la niña heridas pertenecían a un grupo de personas extremadamente pobres que seguían a las tropas durante sus maniobras para recoger espoletas, cascos de granada y proyectiles que no habían explotado. Estos materiales eran vendidos, y a veces, una temporada de recolección podía representar hasta cincuenta duros (1,5 €), una cantidad considerable para ellas. Estas personas se ocultaban de los soldados que vigilaban el área y, sin temor a los cañonazos, recogían los proyectiles aun humeantes. Este riesgo lo asumían debido a la extrema pobreza y la explotación de aquellos que les compraban los proyectiles recogidos.
Uno de los testimonios de las heridas reflejaba la desesperación de estas personas:
«Entre morir de hambre o de un cañonazo, preferible es que una bala nos despeñe. ¡Qué horrible es todo esto!»
A pesar de los esfuerzos de los militares por evitar tragedias como esta, resultaba difícil controlar la audacia y el riesgo que asumían estas personas para sobrevivir.
Detalles del accidente
El diario «El Correo Español» informó el 4 de septiembre de 1907 que la audacia de estas mujeres fue la causa exclusiva del lamentable accidente, ya que se habían tomado todas las precauciones debidas. Los heridos fueron atendidos por el médico de la Escuela de Tiro y trasladados en ambulancia para recibir atención médica más especializada.
Desarrollo de las maniobras
Las prácticas de tiro formaban parte del curso de instrucción de las secciones de Artillería de la Escuela Central de Tiro de aquel año, que incluía ejercicios de artillería de campaña, sitio y plaza, así como artillería de costa. Los ejercicios de artillería de campaña, originalmente planeados para llevarse a cabo en Valdemorillo, se trasladaron al municipio de Pinto debido a una epidemia en el ganado de Valdemorillo.
Para estos ejercicios, se había desplazado a Pinto un grupo de tres baterías del 4º Regimiento de Artillería, bajo la dirección del general Sanz y el coronel Fernández Grande. El día 3 de septiembre se realizaron ejercicios de conjunto con tiro a grandes distancias y con granadas, simulando un combate hipotético entre dos divisiones.
Interrupción por el accidente
La «Correspondencia Militar» del 4 de septiembre de 1907 informó que un incidente obligó a suspender el ejercicio cuando se recibió un aviso telefónico del capitán de observación de que los cascos de un proyectil habían herido a «una mujer y dos niñas». Estas personas formaban parte del destacamento de recolectores en el campamento de Carabanchel. Su imprudencia y codicia por llegar primero a los proyectiles los hizo víctimas del accidente.
El médico y un coche Lonhez fueron enviados para trasladarlas al pueblo después de realizar las primeras curas. Más tarde, fueron trasladadas a Madrid para ingresar en el Hospital Provincial. Una hora después del incidente, se reanudaron los ejercicios, aunque con el pesar de todos los presentes por el triste motivo de la interrupción.
Reflexión
Este accidente, con sus diferentes versiones en la prensa de la época y la total ausencia de información sobre el posterior estado de las víctimas, pone de manifiesto las duras condiciones de vida y la desesperación de las clases más pobres en la España de principios del siglo XX. La búsqueda de subsistencia a costa de la propia seguridad y vida refleja una realidad social y económica difícil de ignorar. Los esfuerzos militares por mantener la seguridad durante los ejercicios de tiro fueron insuficientes frente a la necesidad y audacia de las víctimas, lo que resultó en una tragedia que dejó una honda impresión en Pinto.