El pasado 3 de abril nos dejó Enriqueta Lagos Galán. En plena crisis sanitaria y estado de alarma sus vecinos no pudimos despedirla como ella merecía. Desde estas líneas nuestro homenaje y nuestro pésame a sus familiares y seres queridos.

Enriqueta y Gregorio posan junto a sus diez hijos

El 20 de febrero de 1926 nació Enriqueta en la Casa del Conde, frente al antiguo Asilo de San Pedro. Era la segunda hija de Antonio Lagos Sánchez, “el tío Panero” y Pascuala Galán.

En el otoño de 1936, en plena Guerra Civil, la familia abandona Pinto ante la entrada de las tropas nacionales. A la altura del Cerro de las Ángeles, su madre Pascuala morirá al dar a luz a su hija Lola, que será dada en adopción.

Las cinco hermanas, Carmen, Enriqueta, Concha, Angelines y Agustina, vivirán juntas en un convento de Madrid, cuidadas por su tía Nicolasa y Carmen, la mayor de las hermanas. El padre partirá al frente para combatir en la guerra.

En 1939, terminada la Guerra Civil, las hermanas regresarán a su pueblo, donde posteriormente se reencontrarán con su padre. Enriqueta se encontraba lavando la ropa en el arroyo de los Prados, que atravesaba la población, cuando un señor se acercó y la preguntó si conocía a sus hijas, las Paneras.

El 3 de marzo de 1944 se nombrará a Antonio Lagos Sánchez Peón de la villa, puesto que desempeñó durante diez años en el Ayuntamiento de Pinto.

La postguerra fue un tiempo de penurias y de muchas necesidades. Las hermanas trabajaron duro desde pequeñas. Segar, buscar patatas, garbanzos o espigar eran su único medio de vida.

Antonio y sus hijas vivieron en la calle del alcalde Emilio Zubiría, en una de las habitaciones donde en otros tiempos estuvieron “Los Marcianos”, y actualmente hay un dentista. Allí varías familias convivirían en diferentes habitaciones.

Posteriormente se trasladaron, junto a las mismas familias, a una habitación del actual Centro San Pedro y Santa Rosa de Lima, antiguo asilo de hombres de San Pedro.

Cuando su hermana Concha funda junto a otros jóvenes pinteños la Unión Carbonera, que consistía en tirar el carbón de los trenes en marcha para distribuirlo y venderlo, a Enriqueta le daba vergüenza. Solía decir “prefiero acostarme sin comer, que robar a nadie”. Su hermana Concha, de carácter más enérgico y decidido, la castigaba sin comer. “Si no has venido a por carbón, hoy no comes”, la decía. La llamaba “la Pavesa”, por su docilidad y enorme corazón.

Enriqueta se casó con el traje negro con Gregorio Villarejo, y después de la boda se fue a buscar garbanzos y a rebuscar patatas al patatar que había en el camino de Parla.

Con mucho esfuerzo, Gregorio y Enriqueta compraron un terreno en la calle San Vicente, 32. Construyeron un hogar y se trasladaron a vivir. En esta vivienda de la calle de San Vicente con la calle Castilla fueron muy felices y criaron a sus diez hijos: Pascuala, Mari, Goyo, Rosi, Potori, Antonio, Félix, Miguel Ángel, Paloma y Almudena.

En esta misma casa comenzaron a regentar en 1983 el asador de pollos “la Paloma”, segundo asador de Pinto, puesto que previamente existió el Asador Muriana. El asador estuvo funcionando hasta el año de 1991.

Gregorio y Enriqueta posan junto a la puerta del Asador de Pollos «La Paloma»

En este edificio vio crecer a sus diez hijos, 18 nietos y 12 biznietos.

En 2009 falleció Gregorio, y desde entonces Enriqueta vivió en cada casa de sus hijos. Así fue hasta el pasado 3 de abril, cuando nos dejó de forma natural a los 94 años.

Su nieta Jennifer se despedía de ella así:

Te fuiste en plena pandemia cuando menos lo esperábamos, te has ido igual que has vivido, sin querer llamar la atención y rodeada de tus hijos, que tanto han luchado por ti. Te has ido orgullosa de la familia que formaste, pero más orgullosos estamos nosotros de lo buena que eras y todo el que te conocía, bien lo sabía.

Aquí dejas un vacío muy grande porque contigo se nos fue un trocito de nuestro corazón. Tus hijos, nietos y biznietos nunca te olvidaremos. Te queremos”.

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