En los años difíciles de la posguerra, donde se sufrían graves necesidades, un grupo de personas formaron la Unión Carbonera. Este grupo estaba formado por 17 mujeres y 17 hombres, todos ellos muy jóvenes, y se dedicaban a sacar el carbón de los trenes para venderlo y poder comer. Tenían entre 12 y 17 años.
Concha «La Panera«, capitana de la Unión Carbonera
La capitana de la Unión Carbonera era Concha Lagos Galán, Concha “La Panera” (24/12/1927 – 20-10-2014). Hoy, 20 de octubre y séptimo aniversario de su fallecimiento, recordamos este episodio de su vida en su memoria.
Con nueve años de edad, Concha abandona Pinto al estallar la guerra civil acompañada de su madre, hermanas y vecinos. Será una difícil y obligada huida a tierras más seguras, alejadas de los fusiles. En ese peregrinaje, a la altura del Cerro de los Ángeles, la madre de Concha, Pascuala Galán, muere al dar a luz a la menor de las hermanas, Lola. Mientras su padre lucha en el frente, las hermanas pasarán la guerra en un convento en Madrid. Finalizada la guerra, Concha regresa a Pinto con 12 años en 1939.
La posguerra fue la época de la hambruna, con una carencia grave de alimentos que provocaba desnutrición, y en muchas ocasiones la muerte por inanición de la población. Concha es una niña de carácter fuerte y decidido que sabe buscarse la vida para sacar adelante a su familia. Sale al campo y recoge todo aquello que les puede servir de alimento. En este momento, Concha junto a otros jóvenes montan la Unión Carbonera.
Este grupo de jóvenes se subían a los trenes en marcha y arrojaban el carbón al suelo para posteriormente recogerlo y venderlo. La Guardia Civil siempre estaba detrás de ellos para evitar estos robos, pero siempre conseguían escapar. El cura del pueblo, don Vicente, les daba cajetillas de tabaco para que las canjeasen a los maquinistas por carbón. Vendiendo este carbón que canjeaban y el que les quitaban, ganaban algo de dinero para poder subsistir en aquella difícil situación. En ocasiones daban carbón a personas que lo necesitaban y no podían comprarlo.
El carbón se vendía a las monjas y después a todo el pueblo. La Unión Carbonera operaba desde el arroyo Culebro hasta Aranjuez. En aquella época los trenes iban muy lentos, lo que les permitía subir al tren en marcha en cualquier punto del recorrido, tirar el carbón y después bajar en marcha. Aunque siempre existía el riesgo de caer y ser arrollado por el tren. En una ocasión el tren arrolló a tres compañeras, Concha las vio morir.
Concha también sufrió un grave accidente del que logró salvar la vida. Se enganchó con el vestido al bajar del tren, cayó y tuvieron que darla más de cuarenta puntos. Desde aquel accidente, prometió seguir descalza en procesión al Cristo del Calvario de Pinto, promesa que mantuvo a lo largo de toda su vida y que cumplió hasta que la salud se lo permitió, incluso cuando no era lícito a las mujeres acompañar al Cristo en procesión, Concha acompañaba al Cristo descalza y con su escapulario.
Al cumplir los 15 años, Concha se retiró de la Unión Carbonera y comenzó a servir en la finca de La Calera.