En el tranquilo y antiguo cementerio de Pinto, inaugurado el 20 de agosto de 1883, se encuentra una tumba que, por su simbología y el misterio que la rodea, ha captado siempre la atención de los visitantes. Esta tumba de piedra se distingue por una gran cruz grabada en su superficie, que es tanto un símbolo de fe como un testimonio de la devoción de quien la mandó construir.

La Tumba y sus detalles

En la parte superior de la cruz, justo en el crucero, destaca una corona de flores tallada en piedra, adornada con un lazo. Este detalle no es meramente decorativo; la corona de flores es un símbolo profundo de inmortalidad. El círculo que forma la corona no tiene ni principio ni fin, representando así la eternidad. Además, actúa como una ventana redonda que se abre hacia el más allá, un portal hacia la inmortalidad. Las coronas de flores suelen estar hechas de siemprevivas, una flor que también simboliza la eternidad.

Debajo de esta conmovedora representación, tallado en la piedra, aparece un pergamino con el siguiente epitafio:

¡PEPICA MIA!

4 TDE + 15 1 1905

RECUERDO DE TU MARIDO Y TU HIJITA

MI NIÑITA + 9 M 25 7 1906

R.I.P.

Este epitafio añade una capa de misterio a la tumba, ya que no menciona los nombres completos de los difuntos, sino solo cariñosos apodos y las fechas de las muertes. La presencia de las siglas «R.I.P.» (Requiescat in pace, «Descanse en paz») al pie del pergamino es un recordatorio solemne del deseo de descanso eterno para las almas de los seres queridos.

Simbología y misterio

Rodeando la tumba hay ocho pebeteros, recipientes que tradicionalmente se usaban para quemar aceite y que, en tiempos más modernos, se encienden con gas. La llama votiva que arde en estos pebeteros simboliza la inmortalidad, una luz perpetua que acompaña a las almas en su viaje eterno.

En la parte superior de la tumba, flanqueándola, hay dos palmeras ya secas. Una de ellas todavía mantiene su largo tronco. Estas palmeras, que en su día seguramente fueron robustas y verdes, sugieren que el propietario de la tumba, el marido y padre de las difuntas, era un indiano que había hecho fortuna en América. Las palmeras, símbolo de victoria y eternidad, refuerzan la idea de que el propietario quería expresar no solo su amor eterno, sino también su éxito y estatus. Para los cristianos simboliza la resurrección.

Un misterio sin resolver

La piedra de la tumba presenta líquenes y musgo, señales de que ha pasado mucho tiempo desde que se erigió. Casi 120 años. La naturaleza ha dejado su huella, creando una pátina de antigüedad que añade al misterio de quién podría haber sido el propietario de esta tumba tan particular.

¿Por qué no se incluyeron los nombres completos de los difuntos? ¿Qué significan exactamente las fechas y las palabras en la inscripción? Tan solo año y medio separan la muerte de Pepica y su hija. Hasta ahora, la búsqueda en la hemeroteca de esquelas o noticias no ha arrojado luz sobre los nombres de las fallecidas en las fechas mencionadas, dejando el misterio abierto. Quizás, en algún rincón olvidado de la historia, se encuentre la clave que revele los nombres y las historias de Pepica y su hijita, y del hombre, marido y padre, que las amó tanto como para dejarles este eterno monumento.

Esta tumba del antiguo cementerio de Pinto no es solo un lugar de descanso eterno, sino también un portal hacia preguntas sin respuesta y la contemplación de la inmortalidad. Su simbología rica y su inscripción misteriosa seguirán fascinando a quienes visiten este rincón tranquilo de la historia local.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí