En los primeros meses de 1901 don Víctor Morales de la Vega, hombre culto y acreditado bolsista en círculos financieros y bancarios, compró junto a su esposa, Ángela Troyano, una hermosa casa junto a la ermita de Santiago y muy próxima a la de Quintina Fernández de Soto, suegra de Morales. La casa probablemente había sido propiedad del litógrafo José María Mateu, ya que en 1891 el conocido industrial tenía un bonito hotel en esta calle.

La casa tenía habitaciones con techos de cuatro metros de altura. Era hermosa, de mayores proporciones que el resto de las villas de Pinto y estaba rodeada de un buen jardín. En los años 80 tenía árboles de más de metro y medio de circunferencia, con gran sombra. Se había convertido en un pequeño y agradable jardín de estilo romántico.

En la fotografía, Ángela Troyano posa junto a su fuente a los pies de la escalinata que daba acceso a su hogar. En 1913 queda viuda a los 42 años, con una gran fortuna y cuatro hijos: Ramón, Angelita, Antonio y Víctor.

En 1929 se realizaron importantes obras en la casa. Se elevó un nuevo piso y desde la terraza superior se divisaban nueve pueblos de la llanura. En aquella terraza se daban bailes todas las semanas. También allí se entregaba la copa al ganador de la Vuelta a Pinto, una carrera ciclista que consistía en ir por las carreteras circundantes recorriendo 25 kilómetros.

Alguien llegó a apodar a la casa como “Pintonia”, ya que guardaba parecido a un barco que navegaba por el mar de la llanura.

Durante la guerra civil la casa fue ocupada por la intendencia. Nada de lo que había en su interior pudo ser recuperado.

La casa responde al tipo de palacete, presentando un cuerpo central de dos plantas y dos laterales de una, coronadas ambas por una balaustrada en la que se intercalaban ánforas. El acceso principal a la casa se realiza en el cuerpo central con una escalinata de entrada y una marquesina modernista que adorna la puerta. El jardín tenía un estanque que se llenaba con agua fría de pozo y una fuente junto a la escalinata. Allí pasaba el tiempo Ángela en su silla, disfrutando ver a los niños jugando en aquel estanque. El hijo de Ángela era Ramón Morales Troyano, quien vivió junto a su madre 70 años, En los años 50 comenzó a pintar y realizar escultura. La terraza de Pinto y el jardín llegaron a tener 12 esculturas: Nacimiento de Venus, Neptuno, caballos, Pobre en la nieve, …

En 1978, ante el riesgo de derrumbe, se realizaron obras en la casa durante seis meses.

Las dificultades económicas obligan a su propietario a vender el Palacete y en 1994 Grupo Egido rehabilita el palacete y construye los Apartamentos Plaza Santiago. En la actualidad el palacete decimonónico es el Restaurante Panpintao, y sus jardines conservan el encanto romántico con su arbolado, fuente y faroles fernandinos.

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