Muchos vecinos han pasado por la calle de las Monjas de Pinto y se han parado a contemplar la fachada de esta misteriosa casa situada en el número 13. Se trata de la casa que desde 1884 fue propiedad de Edmundo Méric Méric, dueño de la fábrica de chocolate de la Compañía Colonial. Esta casa sufrió una importante reforma en 1896, según la inscripción que aparece en el enrejado superior que existe en la puerta exterior de acceso, junto a las iniciales del propietario.

Pero muy pocos vecinos conocen la tragedia que sucedió en el interior de esta casa en el inicio de la guerra civil. Una historia que hoy vamos a relatar en el siguiente artículo.

Nicolás Ortega, el médico titular de Pinto

Nicolás Ortega Jiménez, hijo del doctor Nicolás Ortega de las Cajigas y de Marina Jiménez Ruiz de Morales, nació en Motril, provincia de Granada, en 1893. Se formó en el colegio San Emigdio de Motril. Se licenció en Medicina y ejerció de médico titular en la provincia de Jaén.

A finales de julio de 1923 se realizó la petición de mano de la bella señorita María Luisa Alastuey Santos. La boda entre el doctor Nicolás Ortega y Mª Luisa Alastuey se celebró en el otoño de aquel año.

Extracto de «La Acción» 30 de julio de 1923

Desconocemos la fecha exacta de la llegada del matrimonio a Pinto, pero, al menos, sabemos que en julio de 1926 Nicolás Ortega ya ejercía en Pinto. El joven matrimonio residió en la casa situada en la calle de las Monjas, número 13 en régimen de alquiler. Tras el fallecimiento de Edmundo Méric en 1910, la vivienda fue propiedad de su viuda, Francisca Beraza Zabala, hasta junio de 1944, fecha en la que la casa se puso a la venta y fue comprada por Fausto Antonio Moya Gómez.

Extracto del «Heraldo de Madrid» de 13 de julio de 1926

Golpe de estado e inicio de la guerra civil en Pinto

Un decreto de presidencia del Consejo de Ministros del 22 de julio de 1936 establecía que el gobierno «dispondrá la cesantía de todos los empleados provinciales o municipales que hubieran tenido participación en el movimiento subversivo o fueran notoriamente enemigos del Régimen, cualquiera que sea el Cuerpo a que pertenezcan, la forma de su ingreso y la función que desempeñen”.

En base a este decreto, el 11 de agosto quedaban cesantes los funcionarios del Ayuntamiento de Pinto don Nicolás Ortega Jiménez, médico; don Ramón Fernández González, médico; don José Ildefonso González, farmacéutico; don Pedro Moratalla Barriga, practicante; don Gonzalo Barroso Broin, veterinario; doña María Salvador Sierra, comadrona; y don Eugenio Loarte Lebrón, sereno. Todos ellos causaron baja definitiva en sus respectivos cuerpos y escalafones.

El nuevo médico de Pinto desde agosto de 1936 hasta la ocupación de las tropas sublevadas será D. José Carrasco.

VERANO DEL 36. TERROR Y ASESINATOS EN PINTO

Las viejas rencillas, envidias y antiguos ajustes de cuentas fueron la base de los crímenes atroces que se cometieron en los primeros meses del conflicto bélico. Sin duda, las noticias de la masacre perpetrada en Badajoz por las tropas sublevadas al mando del coronel Yagüe contra miles de civiles y militares a mediados del mes de agosto provocaron que las milicias intensificaran estos asesinatos, tomándose la justicia por su mano. En julio y agosto se habían producido siete asesinatos en Pinto.

El día 7 de septiembre habían sido asesinadas cuatro mujeres pinteñas:

Las hermanas María y Pilar Gallego Granados, de 58 y 60 años de edad, pensionistas y muy religiosas; y las trabajadoras de la fábrica de chocolates de la Compañía Colonial, María García Busquet, de 60 años, y Valentina Pascual, de 62 años.

El día 8 de septiembre, un día más tarde, habían sido asesinados siete pinteños:

Isabel Solo de Zaldivar, de 43 años, propietaria y presidenta de la catequesis; Eugenio Loarte Lebrón, de 35 años, sereno cesado de Pinto, labrador y concejal de Acción Popular; Manuel Loarte Lebrón, de 27 años, labrador y Juez suplente de Acción Popular; Tomas Caraballo Jordán, de 46 años, labrador de derechas; Mariano Baquero Pérez, de 50 años, Guarda Jurado y concejal de Acción Popular; Luis de Galdo Lebrón, de 53 años, labrador y concejal de Acción Popular; y Francisco Infante Batres, de 32 años, industrial y falangista.

El 9 de septiembre ocurrió la tragedia que nos ocupa. D. Nicolás, el joven médico titular de Pinto había tenido noticia de que esa noche iban a darle “el paseo” las milicias descontroladas del Comité de Pinto, y también iban a violar y asesinar a su mujer.

Según la narración de Carmen Gippini Gurumeta en su libro «Memorias de una madre de familia» en nuestro municipio en aquellas terribles fechas “lo que más impresión causó, hasta en los mismos rojos, fue que el médico de Pinto, D. Nicolás Ortega, un hombre joven de unos treinta y tantos años, que tenía una esposa, al igual que él, muy guapa y distinguida tuvo el soplo de que aquella noche iban a llevarse a su mujer y entonces él, cuando estaba dormida, le dio un tiro en la sien y luego se pegó él otro y cuando efectivamente llegaron los rojos se quedaron espantados al encontrar sólo los dos cadáveres”.

En aquel tiempo servía en aquella casa Sofía Sánchez, quien fue testigo de algo que siempre tuvo grabado y a lo largo de los años relató en muchas ocasiones a su familia. La joven se encontraba limpiando en la parte inferior de la vivienda, cuando el médico llevó a su esposa a la habitación del matrimonio. Primero terminó con ella y después se suicidó. La joven Sofía, tras oír el ruido de los disparos, subió inmediatamente al dormitorio encontrándose la fatal escena. El médico aún agonizaba con los ojos abiertos, aunque falleció al poco tiempo.

El propio alcalde de Pinto, Francisco Aguilar Lagos, cuando se entera de la noticia tiene un ataque de furia, enfrentándose a quienes iban a violar y asesinar a la mujer del médico.

Doce días después se produciría el último asesinato antes de la toma de Pinto por parte de las tropas sublevadas. El propietario y concejal de Acción Popular, Adrián Pérez Escribano, de 36 años, fue la última víctima el 21 de septiembre de 1936.

En el cementerio de Pinto descansan los restos de este joven matrimonio, fallecido el 9 de septiembre de 1936. En su tumba se puede leer:

“NICOLÁS ORTEGA JIMÉNEZ Y SU ESPOSA Mª LUISA ALASTUEY SANTOS

FALLECIERON EL 9 DE SEPTIEMBRE DE 1936 VÍCTIMAS DEL MARXISMO

VUESTRA MADRE, HERMANOS Y TÍAS PIDEN UNA ORACIÓN POR VUESTRA ALMA.

¡JESÚS, MISERICORDIA!”.

Mi agradecimiento para poder realizar este reportaje a José Luis Claramunt, la primera persona que me habló de este trágico suceso; a Juan P. Hernández, por narrarme la historia de la que fue testigo su abuela, Sofía Sánchez; y a Valentín Granados, por contarme la reacción de su abuelo, el alcalde Francisco Aguilar, al conocer el trágico destino del joven matrimonio.

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