Ana, Victoria y Conchi

Este jueves, 11 de septiembre, la villa de Pinto cierra un capítulo de su historia.
El horno de la Pastelería Petri, situada en la avenida Isabel la Católica número 12, echa el cierre tras más de 55 años dando servicio a varias generaciones de pinteños y pinteñas, que hemos disfrutado de sus riquísimas napolitanas, esponjosas magdalenas, enormes palmeras de chocolate o esas maravillosas tartas artesanales.

Y parece que fue ayer cuando, en 1970, comenzó el proyecto personal del matrimonio formado por Gonzalo Fernández Luna (95 años) y su mujer, Petra López Flores, fallecida en 2020. Juntos convirtieron la Pastelería Petri en un emblema del barrio: un lugar donde varias generaciones han comprado pan, dulces, sonrisas y vivido alguna que otra anécdota.

Desde hace décadas, al frente del negocio han estado sus tres hijas: Ana (53 años), Conchi (62) y Victoria, que el próximo 11 de septiembre cumple 65. Ellas fueron las encargadas de continuar el sueño que iniciaron sus padres, un matrimonio trabajador que levantó la panadería con esfuerzo, cariño y tesón. Lograron crear más que un negocio tradicional: fueron el punto de unión del barrio de La Floralia, que siempre ha sentido a “La Petri” como un orgullo propio.

El equipo de ePinto quiso compartir un ratito con las tres hermanas, que se afanaban en atender con su tradicional sonrisa a los clientes que entraban y salían durante la entrevista.

—“Lo teníamos claro. Cuando se jubilara la primera de las hermanas, ahí terminábamos todas. Porque este era un negocio de las tres, y eso lo hemos tenido claro siempre”,— confirmaban, no sin la emoción que produce echar el cierre a la que ha sido su casa durante tantísimos años.

Un barrio que creció con “las Petris”

La Panadería Petri fue, seguramente, el primer negocio de la zona. Cuando abrió, la avenida Isabel la Católica ni siquiera existía como la conocemos hoy: por allí pasaba el arroyo de Los Prados y había que cruzar un puente para llegar al establecimiento. Lo que no ha cambiado en todo este tiempo es ese olor a pan y bollería que ha perdurado, como el primer día, 55 años después.

Más tarde, la calle acogió el popular mercadillo de los jueves, antes de trasladarse al actual Polideportivo Alberto Contador. Frente a la pastelería solo había casitas bajas con jardín.

Con el paso de los años, los comercios del barrio eran pocos: la droguería de Justo, la tienda de Llamas, los talleres de bicis de Eusebio García y Bicicletas Sevilla de Lumi, el kiosco de Marcelino, los electrodomésticos de Nervión o la mítica tienda de los Jalis. Entre todos formaban la vida de un barrio que hoy apenas se parece a lo que era, pero que siempre tuvo como faro la panadería de “las Petris”.

Una panadería de familia y para la familia

La Panadería Petri ha sido siempre más que un negocio. Los vecinos trataban a las hermanas como “las niñas”, porque las vieron crecer tras el mostrador. En cada barra de pan, en cada tarta o en cada napolitana había una cercanía difícil de encontrar, que se ha mantenido hasta el último día. Muchos clientes, especialmente los más veteranos, sienten por ellas un cariño sincero y entrañable. Ese cariño se pudo palpar durante el rato que compartimos con Ana, Conchita y Victoria. Los clientes, al enterarse del cierre, dejaban mensajes emotivos que convertían el mostrador en un lugar de abrazos y lágrimas.

De sus hornos salieron durante décadas las empanadas, las magdalenas que alegraban los desayunos, las palmeras y napolitanas que eran la tentación diaria incluso para quienes hoy peinan canas. Sus tartas fueron siempre un acierto en cualquier celebración, y sus roscones de Reyes, inolvidables, elaborados con la mejor materia prima y la maestría de la tradición artesanal. Sin olvidarnos de los Ombligos de Pinto, su última especialidad, convertida en el postre de moda entre los pinteños.

Pero lo que más valoraban los vecinos no estaba solo en las vitrinas, sino detrás del mostrador: esas sonrisas que siempre acompañaban la venta, ese cariño sincero en la atención y la humanidad de la señora Petra. En los tiempos más difíciles, no dudaba en dar pan a quienes no podían pagarlo o en dejar apuntada la deuda hasta que la familia pudiera saldarla. Esa generosidad fue, sin duda, el verdadero sello de identidad de la casa.

Del barrio… a la televisión

No solo los vecinos disfrutaron de sus tartas. Su fama llegó incluso a la pequeña pantalla: la Panadería Petri estuvo presente en rodajes de series grabadas en Pinto, como Cuéntame cómo pasó, de RTVE. No era raro ver a miembros de la productora Grupo Ganga pasar por la pastelería para llevarse tartas, pan o bollería. También otras producciones audiovisuales con rodaje en Pinto encontraron en sus hornos un lugar de referencia. Una muestra más de cómo este negocio de cercanía trascendió las fronteras del barrio y se convirtió en parte de la historia local.

Durante la entrevista —convertida en una charla entre amigos— surgieron anécdotas, recuerdos de vecinos y algún chascarrillo de los que gusta contar y escuchar. El Pinto de siempre sigue vivo en historias como esta, y un ejemplo de ello son nuestras vecinas Conchita, Victoria y Ana. Eso sí, a partir del jueves habrá que conformarse con verlas paseando por el parque del Egido, por la avenida de España o disfrutando de algún café en los bares de la Tenería.

Un adiós lleno de gratitud

Todavía son pocos los que saben que “las Petris” se despiden este jueves. Después de ese día y tras el cierre de la panadería de Colás, solo la Panadería J. del Pozo, fundada en 1944 y con más de 80 años junto a los pinteños, quedará como la última representante de aquellas panaderías tradicionales de toda la vida. Poco a poco, el comercio pinteño de siempre se apaga con la llegada de los nuevos tiempos. Una verdadera pena para los nostálgicos del Pinto de ayer, aunque, por desgracia, es ley de vida.

En la puerta del local, un cartel resume a corazón abierto lo que sienten tras más de medio siglo al pie del cañón:

«Una etapa muy especial de nuestra vida termina, después de 55 años dedicadas al dulce, llega el momento de jubilarnos… Ha sido un verdadero privilegio acompañarles y nos sentimos honradas y agradecidas. Nos llevamos en el corazón todo el cariño recibido durante estos años, y esperamos que en sus corazones perdure el nuestro… Gracias de todo corazón por habernos hecho parte de su historia.
Las Petris»

El jueves, 11 de septiembre de 2025, quedará señalado en el calendario pinteño. Cuando las tres hermanas bajen la persiana por última vez, no solo se cerrará una panadería: se cerrará también un capítulo entrañable de la historia de Pinto, el de un negocio de barrio que marcó la vida de varias generaciones de pinteños durante más de medio siglo.

La Panadería Petri se despide para siempre, pero deja algo que nunca olvidaremos: la memoria de los sabores, ese olor a pan y bollería recién horneados, la cercanía única y la humildad de un negocio nacido del empeño de un matrimonio y continuado con la exquisita dedicación de sus tres hijas, que siempre hicieron de su trabajo un regalo para sus vecinos.

Ana, Victoria y Conchi en la pastelería Petri

Gracias por tanto: por el trabajo entre bambalinas y por esa vocación que ha logrado que los vecinos de Pinto —vuestros vecinos, amigos y esta pequeña gran familia— os despidamos con la lágrima a punto de caer y con un recuerdo que nos acompañará siempre.

Gracias, Petris, por todo.

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