En los años 80 del siglo XIX el comerciante catalán Juan Cuní poseía en Pinto una quinta muy próxima a la estación del ferrocarril. En 1885 el gobernador fijó sus miradas en la posesión y con autoridad gubernativa resolvió que la casa del Sr. Cuní en Pinto era la más apropiada para establecer un «albergue de Lázaros e infestados (sic)».

Para los vecinos de Pinto no podía ser peor el proyecto. Dicha casa se hallaba frente a la célebre fábrica de la Compañía Colonial y estaba separada del pueblo solo por la vía férrea. Según la prensa de la época ante esta amenaza «la fábrica de chocolates tendría que suspender sus labores, sufriendo así grandes pérdidas y dejando sin trabajo a centenares de familias que con dicha industria viven, al propio tiempo que si el cólera se expande, se verá expuesto a los efectos del contagio el pueblo más sano de la provincia«.

El señor Cuní, dueño de la casa elegida por el gobernador para establecer un lazareto, se negó a arrendarla con dicho objeto. Afortunadamente el lazareto no se instaló en Pinto, y el señor Cuní, que ya había tenido diferentes pleitos por sus terrenos con la Compañía Ferroviaria, pudo seguir disfrutando de su propiedad.

Juan Cuní y Quintana era un acreditado lampista, dueño del establecimiento de lámparas, quinqués y aparatos de gas, en la calle Bordadores, 8, de Madrid.

El alcalde de Barcelona visita Pinto

Francesc Rius i Taulet, alcalde de Barcelona

El alcalde de Barcelona, Francesc Rius i Taulet, asumió el reto de organizar en su ciudad la Exposición Universal en 1888. Era un momento en el que las exposiciones universales vivían un gran apogeo.

El 30 de junio de 1889, el alcalde de Barcelona visitaría la quinta del industrial catalán Juan Cuní en Pinto. Por la tarde el Ayuntamiento de Madrid hizo entrega al alcalde de Barcelona de la placa que como visita de los concejales madrileños a aquella capital con motivo de la Exposición de 1888 acordó hacer la villa de Madrid. Posteriormente el señor marqués de Olérdola fue obsequiado con un banquete en el salón de Columnas.

Finalmente el alcalde de Barcelona y la comisión de aquel ayuntamiento pasó un día de campo el 2 de julio de 1889 y fue obsequiado con un banquete en la quinta y barrio que poseía en la villa de Pinto el Sr. Juan Cuní. El Sr. Cuní era uno de los socios más distinguidos del Círculo Catalán de Madrid, y por su iniciativa se acordó conmemorar el suceso glorioso de la Exposición Universal de Barcelona dando un gran banquete al señor alcalde y comisión del Ayuntamiento de la ciudad condal que en ese momento se encontraba en Madrid.

UNA QUINTA CON MUCHA HISTORIA

Imagen aérea de los años 40 de Pinto. En la zona inferior estaría la Quinta de Juan Cuní, posteriormente llamada «Villa Acacia»

La casa del Sr. Cuní previamente había sido cantina de Mariano Benito en 1869. Posteriormente fue la quinta de recreo de Juan Cuní, y en 1894 pasó a ser propiedad del industrial don Leandro Fortún Navarro. Esta quinta posteriormente fue propiedad de don Teodoro Sainz Romilló, propietario de un almacén de papel. La posesión de recreo fue titulada «Villa Acacia«, estaba cercada por pared de piedra de tres metros de altura y su entrada principal estaba por la plaza del Cristo, señalada con el número 2, ocupando una superficie de ocho mil doscientos cuarenta y siete metros cuadrados, cincuenta y seis decímetros y cuarenta y tres centímetros cuadrados. La casa hotel ocupaba una superficie de 113,74 metros cuadrados. También existía un edificio para dependencias del hotel; una habitación con piso de portland; cubierta de madera y teja; otra habitación destinada a lavadero con dos pilas de ladrillo y portland, instalación de agua y pozo negro; y un estanque construido de ladrillo. Esta propiedad fue la que desde los años 60 ocupó la empresa de la familia Fúster, FRENOS y próximamente será la Urbanización NOVAPINTO.

Fuente del Cristo y al fondo la entrada de «Villa Acacia»

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