La tosferina es una enfermedad infecciosa que provoca tos convulsa y es grave para niños y jóvenes. En la actualidad, esta enfermedad nos recuerda a un mal de posguerra, a una enfermedad erradicada de la que solo habla la gente mayor. Y realmente fue una enfermedad preocupante y muy contagiosa en la época que provocó la muerte de muchos bebes, niños y jóvenes. En este artículo nos trasladamos a los años de la posguerra hasta principios de los años 60 en nuestra localidad. 

Existía entonces la creencia popular que afirmaba que los vapores de las máquinas de los trenes curaban la tosferina. En Pinto para evitar la enfermedad llevaban a los niños a respirar el vapor y a andaban en grupo por los raíles del ferrocarril. 

«El Cuenca» a su paso por Pinto en los años 50

Cuando llegaba la máquina del tren echaba una cantidad enorme de humo por los laterales. Un humo que era aprovechado para ser respirado y prevenir la tosferina. Muchas madres acudían con sus bebés y desde la pasarela de la estación los asomaban para que recibieran dosis de vapores curativos. El azufre del carbón que movía las locomotoras estaría en el origen de este remedio, que se repetía en diferentes municipios de nuestro país. Hoy existen balnearios que utilizan el azufre.
Era habitual ver niños agrupados y acompañados por un adulto paseando y recorriendo las vías del tren para respirar los restos de azufre y evitar las consecuencias de los brotes de la tosferina.

Afortunadamente ya no existen brotes de tosferina. Desde 1965 se comenzó a vacunar de esta enfermedad y hoy nos queda el recuerdo de estos remedios.

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