
En un rincón de la historia de Pinto, oculto entre páginas olvidadas de la prensa de otra época, brilla el nombre de Emilia Acisclo García. Una mujer de coraje y determinación que, sin buscarlo, dejó una huella imborrable en la justicia de nuestro país. Fue la primera presidenta de un jurado popular en España, un hito que la convirtió en protagonista de los periódicos en 1931, pero que hoy pocos recuerdan.
UNA VIDA FORJADA EN PINTO
Nacida el 17 de agosto de 1900, Emilia creció en la casa familiar de la calle de la Cadena, en un entorno humilde, entre el bullicio del patio y el trajín de los animales que formaban parte del día a día. Su vida transcurrió como la de muchas mujeres de su época: casada con Florentino Lagos Sánchez, madre de seis hijos y entregada a su familia. Pero el destino tenía preparado para ella un papel mucho más trascendental.
ROMPIENDO BARRERAS EN LA JUSTICIA
El 11 de noviembre de 1931, la Sección Cuarta de la Audiencia de Madrid celebró un juicio sin precedentes: por primera vez, un jurado popular estaba compuesto por hombres y mujeres en igualdad de número. Entre las elegidas, Emilia Acisclo García, una joven pinteña sin experiencia en tribunales, pero con la entereza y el carácter necesarios para asumir la presidencia del jurado.

El caso que les tocó juzgar era espeluznante: un homicidio con catorce puñaladas, un crimen de celos y violencia de género. La joven presidenta tuvo que enfrentarse a la crudeza del proceso y, con firmeza y determinación, leyó en alta voz el veredicto de culpabilidad. Nunca olvidó la mirada de aquel asesino tras escuchar su condena. Nunca olvidó lo que significaba, en aquel momento, que una mujer tuviera voz en la justicia.

Cuando un periodista le preguntó si se sentía complacida de su intervención, su respuesta fue clara:
“A las mujeres se nos han negado muchas cosas, injustamente, y empezamos a conseguirlas…”
UNA VIDA DE SACRIFICIO Y RESISTENCIA
Pero el destino aún le deparaba pruebas más duras. La guerra civil golpeó su hogar con toda su crudeza. Su esposo, Florentino, fue detenido y fusilado en 1937. Emilia, con seis hijos a su cargo, tuvo que sobrevivir en un país devastado, sin más recursos que su voluntad inquebrantable. De pueblo en pueblo, buscando refugio, hasta poder regresar a Pinto y recuperar lo que le habían arrebatado: no solo su hogar, sino también la dignidad de su esposo, cuyo cuerpo localizó en una fosa común y logró trasladar al cementerio municipal.
Lejos de rendirse, trabajó incansablemente. Fue cocinera en la fábrica de armamento ADASA, donde se encargaba de alimentar a los obreros, cargando las alforjas en su burro para llevar la compra al comedor de Pistones. Su vida fue un ejemplo de resistencia, de amor por su familia y de un compromiso inquebrantable con los suyos.


UNA MUJER QUE MERECE SER RECORDADA
El 21 de enero de 1978, Emilia Acisclo fallecía en su casa de la calle de la Cadena, la misma que la vio nacer. Su historia quedó enterrada en la memoria de los más mayores de Pinto, pero su legado no puede ser olvidado. Fue una pionera, una mujer que rompió barreras sin buscarlo, simplemente por ser valiente, por aceptar el papel que la historia le puso delante.
Hoy, en el Día Internacional de la Mujer, recordamos a Emilia Acisclo García no solo como la primera presidenta de un jurado popular, sino como un símbolo de lucha, de justicia y de dignidad. Porque su historia, como la de tantas mujeres, merece ser contada.