El municipio de Pinto, tradicionalmente conocido por ser un enclave agrícola, se convirtió desde mediados del siglo XIX en un lugar de descanso estival para importantes familias de la burguesía madrileña. Estas familias no solo encontraron en Pinto un refugio para sus veranos, sino también un espacio donde arraigar lazos más profundos, formando relaciones y matrimonios con las familias pinteñas más ilustres. Entre estas familias destacaban los Mateu, Gippini, Gurumeta, Montoto, Barroso, Rubín de Celis, Creus y Morales, quienes aportaron una nueva dimensión a la vida social y económica del municipio.

Dentro de este contexto, el matrimonio entre Vito Manuel Bardán Carrero, un pinteño de gran proyección, y María Mateu Rincón, hija de José María Mateu del Caño, un conocido industrial litógrafo, es un ejemplo claro de esa fusión entre las raíces locales y las aspiraciones de la burguesía madrileña. Esta unión consolidó a la familia Bardán Mateu como una de las más ilustres de Pinto, gracias a su implicación en la vida social, industrial y científica del país.

La Casa Bardán-Mateu

La primera casa que la familia Mateu del Caño poseyó en Pinto estaba situada en la calle Santiago (hoy Edmundo Méric), entre las antiguas escuelas de niños (después de la guerra conocida como «las casas rotas») y el palacete de los Morales, en un terreno que hoy alberga un solar y un taller mecánico. Esta casa, que posteriormente fue de los Bardán Mateu, fue testigo de la evolución de la familia, en especial de la vida de las hermanas Paulina y Emma Bardán Mateu, una de las figuras más brillantes y pioneras de su tiempo.

Fotografía aérea de Pinto en 1936. Rodeado en amarillo aparecería la casa de los Bardán Mateu, junto a la plaza Santiago.

Una familia atípica para la realidad del momento: un linaje de científicos y profesionales

Una de las personas que más influyó en los hermanos fue la figura materna, María Mateu. Fue una mujer progresista que formó parte de la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME), cuna del Lyceum Club y de la Asociación Universitaria Femenina (AUF). El padre, el pinteño Manuel Bardán, había obtenido el titulo de bachiller en 1882 en el Instituto del Cardenal Cisneros. Trabajó en los talleres del litógrafo Mateu, su suegro, y posteriormente fue director de la Fábrica de Tabacos. La importancia de la formación académica, tanto a los hijos como a las hijas, fue inculcada por ambos progenitores a los siete hermanos. Hay que recordar que en España no fue hasta 1910 cuando la mujer pudo acceder a la universidad en igualdad de condiciones que el hombre, sin necesidad de una autorización ajena.

El primogénito, Francisco Bardán Mateu, fue ingeniero de caminos, canales y puertos, siendo patrono (como lo había sido su padre) de la fundación de doña Fausta Elorz. Falleció el 10 de febrero de 1988 con 93 años.

María Josefa Bardán Mateu fue doctora en Medicina. En 1929, María sería vicepresidenta de la Asociación Universitaria Femenina, de la que era presidenta Clara Campoamor. Estuvo casada con Julio Ángulo Fernández, doctor en Medicina y escritor. Mª Josefa falleció el 4 de agosto de 1976 a los 80 años.

Amparo Emma Bardán Mateu fue doctora en Ciencias Naturales, y de ella nos extenderemos en este artículo.

Carmen Bardán Mateu, licenciada en Ciencias Naturales, fallecida en 1993 a los 93 años de edad.

José María Bardán Mateu, ingeniero industrial y subdirector de Tabacalera. Falleció el 10 de enero de 1991 a los 88 años.

Paulina Bardán Mateu, odontóloga, residió en la casa pinteña hasta su fallecimiento.

Antonia Bardán Mateu, licenciada en Ciencias Naturales, estando en prácticas en el Laboratorio Oceanográfico de Santander. Estuvo casada con Carlos Vidal Box, catedrático-inspector de Enseñanza Media. Antonia falleció el 23 de mayo de 2010 a los 101 años.

Emma Bardán Mateu: pionera de la oceanografía española

Emma Bardán fue una de las primeras mujeres españolas en destacar en el campo de la oceanografía. Nacida en una familia numerosa, creció en un entorno marcado por el fomento de la educación. Su madre, María Mateu, fue una figura clave, promoviendo los estudios superiores de sus hijos en un momento en que era raro ver mujeres en la universidad. Este ambiente influyó en Emma y sus hermanas, quienes obtuvieron títulos en ciencias y medicina.

Emma comenzó su carrera académica en 1917, cuando se graduó como bachiller y empezó a estudiar Ciencias Naturales en la Universidad Central de Madrid. Pronto mostró un gran interés por las ciencias marinas, lo que la llevó a colaborar con el Instituto Español de Oceanografía (IEO) mientras aún cursaba sus estudios. En 1922 fue nombrada “alumna interna” del IEO, y comenzó a especializarse en Química del Mar, participando en campañas de investigación junto a figuras como Jimena Quirós.

En 1924, Emma fue una de las primeras mujeres en España en embarcarse en una expedición oceanográfica, a bordo del velero Príncipe Alberto de Mónaco. Su primera publicación científica llegó dos años más tarde, centrada en la determinación de la densidad del agua marina. Después de esta etapa, fue destinada al Laboratorio Oceanográfico de Málaga, donde, junto a su esposo Luis Bellón, con quien se casó poco después, realizó numerosas investigaciones marinas.

En 1928, ambos fueron trasladados al Laboratorio Oceanográfico de Las Palmas, donde lideraron estudios sobre las aguas y especies marinas locales, y publicaron varios artículos científicos. Tras el cierre del laboratorio en 1935, regresaron a Málaga, donde Emma continuó su labor investigadora, especializándose en la biología pesquera, especialmente en el estudio de la sardina, un recurso clave en la economía pesquera malagueña.

Emma Bardán fue pionera en representar a España en el Consejo Internacional para la Exploración del Mar, y tras la muerte de su esposo en 1954, se trasladó a Madrid, donde culminó su carrera en la sede central del IEO. Se retiró en 1969 y falleció en 1992, siendo recordada como una figura clave en la historia de la oceanografía en España. En 2006, un buque de investigación fue bautizado en su honor, perpetuando su legado en el estudio de los mares.

Esta familia, cuyas raíces quedaron profundamente arraigadas en Pinto, representa el legado de una época en la que el municipio fue testigo de la unión entre la tradición local y la modernidad impulsada por la burguesía madrileña. Pinto, más allá de su papel como destino vacacional, fue el escenario donde se tejieron historias de progreso, ciencia y compromiso social que continúan resonando hoy en día.

La casa familiar de Pinto, donde vivieron las hermanas Emma y Paulina Bardán, aún se mantiene en la memoria del municipio como un símbolo de ese tiempo y del impacto que la familia dejó en Pinto.

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