La fotografía que inicia este artículo pertenece al álbum familiar de Paco Jericó Chacón, y nos muestra una imagen de principios de los años 30 del café Colón, junto a la recién remodelada ermita del Santísimo Cristo del Calvario y el vetusto y centenario olmo inglés, hoy declarado árbol singular de la Comunidad de Madrid. Todo ello junto a la línea del ferrocarril, un medio de transporte vinculado a Pinto desde 1851, y frente a la Fábrica Modelo de la Compañía Colonial de los Méric.

En 1876, Vicente Romero Pascual puso en marcha el CAFÉ COLÓN frente a la fábrica de chocolates de la Compañía Colonial que el banquero francés Jaime Méric estableció en Pinto diez años antes. El edificio que albergaba el Bar Colón había sido construido frente a una cantina construida en 1869 por Mariano Benito.
El Café Colón, como era conocido a finales del siglo XIX, tenía un pintoresco merendero, donde los viajeros del ferrocarril de principios de siglo podían leer su no menos pintoresco rótulo «MEMORIA A COLÓN VINOS Y CERBEZAS (sic)«. Con los años, la B fue sustituida por una V, tal y como aparece en la imagen.

LOS MEDALLONES DE SU FACHADA

En 1964, Gaspar Gómez de la Serna apuntaba en su obra «Castilla la Nueva»:

«También tiene algún interés un caserón del siglo XVIII —hoy, en sus bajos, el Café Colón— con curiosa fachada adornada con medallones con las efigies de Saavedra Fajardo e «Isaacus Newtonius«, y entre ellos un busto de Colón sobre una ménsula, presidiéndolo todo con esta inscripción en mosaico : «Memoria a Colón«».

En 1966, Federico Carlos Sáinz de Robles en su «Crónica y guía de la Provincia de Madrid, sin Madrid» cuestionaba las efigies que acompañaban a Colón de la siguiente manera:

«Lo que uno -yo- no se explica bien es la elección de los compañeros del supuesto descubridor genovés. Aun la de Newton se trae «por los pelos», ¡pero la del agudo diplomático don Diego…!»

AQUÍ CANTA EL GALLO

El abuelo Vicente Romero, propietario del bar El Colón, el más antiguo que existía en Pinto, tuvo que defenderse del intento de la poderosa línea del ferrocarril Madrid-Zaragoza-Alicante, de apoderarse de una parte de los terrenos donde se encontraba su establecimiento. 
Vicente se defendió en los tribunales con agallas. La pelea fue dura e intensa, pero finalmente El Colón consiguió sobrevivir y Vicente ganó el pleito venciendo a la todopoderosa compañía ferroviaria MZA.

El Gallo del Colón

Esta hazaña de un hombre sencillo del pueblo fue muy sonada en la época. Defendió su tierra y consiguió la victoria. Vicente quiso que el acontecimiento pasara a la posteridad y colocó sobre el tejado rojizo del bar un gallo rojo como señal de triunfo, sentenciando con una frase que solía repetir entre sus vecinos: «Aquí canta el gallo«. Los gallos, como sabemos, son aves muy territoriales y una de las formas que tienen para mostrar su poderío y reafirmar su autoridad es a través de su canto desafiante. De esta manera, el Gallo de El Colón cantó alegóricamente durante más de un siglo, dominante frente al paso de los trenes, y dando la espalda a la vieja estación de ferrocarril.

MÍTICO ESTABLECIMIENTO DE PINTO

Durante los años 50 y principios de los 60 fue regentado por Antonio Yunta Plata, hermano de Emilio, propietario del Bar Oasis, en el Paseo Dolores Soria.
En los 60 y 70 se convirtió en un lugar frecuentado por los jóvenes. Su terraza, con mesas y sillas de tijera de madera, reunía a los jóvenes pinteños en los veranos. Mirinda con cacahuetes, PepsiCola “de cuello largo» con patatas fritas o su famoso vermú, llenan de recuerdo aquel mítico rincón de Pinto.

Fachada lateral del Café Colón, mirando hacia la plaza del Cristo. Sobre el tejado la figura del gallo

Las tardes se pasaban jugando a los dados, con partidas de futbolín o escuchando la música del momento gracias a la máquina de discos que encontrabas según bajabas los escalones a la derecha, en la que, después de echar unas monedas, seleccionabas la canción que deseabas escuchar y la máquina la reproducía.

Junto a la tienda de ultramarinos de la señora María, los ferroviarios tomaban café en la terraza del Colón. Los pinteños compartían animadas charlas con amigos, viendo pasar el tren de las siete de la tarde, popularmente llamado “El Cuenca», o esperando al autocar de “La Pava» para ir a Parla.

Miguel Ángel Rubio e Isabel también fueron propietarios del Bar Colón.

TRISTE FINAL

Finalmente el Gallo y El Colón, punto de reunión de generaciones de pinteños, tuvieron un triste y paradójico final. Sus terrenos fueron expropiados por ADIF en 2007 para construir la tercera y cuarta vía, un proyecto necesario para aumentar la poca frecuencia de los trenes de cercanías. El Bar Colón fue víctima de la piqueta y desapareció para siempre. Hoy tan solo queda la silueta en tierra del espacio que ocupó.

Quince años después, las obras llevan tiempo paralizadas y el proyecto escondido en un cajón. Los pinteños perdimos una de nuestras señas más importantes y nos quedamos sin la necesaria tercera y cuarta vía y seguimos sin aumentar la frecuencia de los trenes de cercanías. Algo muy demandado por los vecinos que tienen que trasladarse a Madrid para trabajar o estudiar.

El busto de Colón en la exposición «150 años de aroma a chocolate en Pinto»

Afortunadamente, el busto de Colón se conserva en los sótanos de la Casa de la Cadena y fue expuesto al público en el año 2016 en la exposición «150 años de aroma a chocolate en Pinto« que preparó el Seminario de Historia Local de Pinto. El paradero del Gallo de Colón es un misterio.

Nuestro querido vecino Antonio Sanchez Reina compuso este bello poema cuando conoció el triste final del mítico establecimiento:

EL COLÓN

Junto a la ermita del Cristo,
al lado de la estación,
existió una casa en Pinto
que se llamaba el Colón.

Doscientos años de historia
tenía su construcción
Y en lo alto del tejado
un gallito peleón.

El Gallo un pleito ganó
a Renfe por sus terrenos
diciendo según sabemos
«No hay más gallo aquí que yo».

Cuántas generaciones
de pinteños han pasado
sentados en su terraza
esas tardes de verano.

Se ha ido sin darnos cuenta.
Ya no lucirá su gallo,
ni su estatua, ni su escudo,
que ya todo lo han tirado.

Y cuando cruzo la vía
se me rompe el corazón.
Está la Plaza del Cristo
con su árbol centenario,
pero me falta el Colón.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí