La iglesia de San José de Pinto, ejemplo de arquitectura neomudéjar y uno de los templos más emblemáticos del municipio, continúa su camino hacia la recuperación de su esplendor original. En el marco de la segunda y última fase de las obras de restauración, dirigidas por el arquitecto Miguel Ángel Santibáñez y promovidas por la Diócesis de Getafe, se ha llevado a cabo un hito significativo: la instalación, el pasado 26 de noviembre, de la campana restaurada en la espadaña. Aunque aún quedan trabajos por realizar, está previsto que la iglesia sea inaugurada a principios de febrero de 2025.

Un legado que trasciende generaciones

La campana restaurada no es un elemento cualquiera. Fundida en 1885 en Annecy-le-Vieux (Alta Saboya, Francia) por los renombrados hermanos Georges y Francisque Paccard, esta pieza es un ejemplo sobresaliente de la maestría campanera del siglo XIX. Los Paccard, conocidos por la precisión de su tono, la amplitud de su timbre y la armonía de sus diseños, marcaron una época en la fabricación de campanas, y la campana de Pinto, conocida como Josefa Elena del Sagrado Corazón de Jesús y María, es un testimonio vivo de su legado.

En su superficie se pueden leer inscripciones que evocan su origen y propósito, como “Sancto Josepho dedicata sum, y por eso me llamo Josefa Elena del Sagrado Corazón de Jesús y María” y frases que alaban a Dios y al protector San José. 

La campana, antes de su restauración, en una fotografía de junio de 2020.

Una historia de fe y recuperación

La campana no solo es un objeto litúrgico, sino también una pieza cargada de historia. Fue creada durante el papado de León XIII, como señala la inscripción “Leone XIII feliciter regnante anno D 1885”. Además, su grabado recoge los nombres de sus padrinos, Manuel Pavía, marqués de Novaliches, y su esposa, Carmen Bohorques, marquesa de Novaliches, junto a los de las religiosas que formaban parte de la congregación de la Sagrada Familia de Burdeos, vinculada a esta iglesia. Figuran los nombres de las superioras de la época, madre Marta y madre Elena Moliner Prats, y un homenaje a San José como protector de la iglesia. 

La historia de los marqueses de Novaliches, padrinos de la campana, añade un capítulo interesante a este relato. En 1868, tras la batalla de Alcolea, que marcó el inicio de la Revolución Gloriosa, el marqués se recuperó de sus heridas en Pinto, alojándose en la casa de la familia Aurioles durante 83 días. Su esposa, doña María del Carmen Álvarez de las Asturias y Bohorques, se hospedó en el convento de las monjas de la Sagrada Familia de Burdeos, donde nació su vínculo con la comunidad religiosa.

La prensa de la época atribuía erróneamente el padrinazgo de la campana a los marqueses de Cubas, pero las inscripciones en la campana despejan cualquier duda. La estancia de los marqueses de Novaliches en Pinto fue documentada en la obra «De Pinto, mi reina«, junto a grabados originales de la época de la visita del general Serrano al marqués de Novaliches en su habitación pinteña.

La campana comenzó a tañer el 5 de julio de 1866, durante la inauguración de la iglesia, tras un año de obras.

Un símbolo que resurge

La restauración de la campana no solo recuperará su sonido, sino también su relevancia como símbolo de la fe en la vecindad. Ahora, con su instalación en la espadaña de la iglesia, la campana volverá a ser una voz que acompañará la vida del municipio.

Este hito, que forma parte del proyecto dirigido por el arquitecto Miguel Ángel Santibáñez, es un paso importante dentro de un ambicioso plan de restauración que culminará a principios de 2025. La Diócesis de Getafe reafirma así su compromiso con la preservación del patrimonio religioso de Pinto, asegurando que esta campana siga resonando en el corazón de los vecinos, no solo como un objeto histórico, sino como un testimonio vivo de la historia compartida.

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