Es verdaderamente asombroso el camino recorrido por los humanos en los procedimientos empleados para la determinación de la hora y en los medios adoptados para conservarla. Desde el canto del gallo, que fue el reloj de las sociedades primitivas y el medio más exacto para anunciarles la llegada del día y el principio del trabajo, hasta la actualidad, donde nuestros smartphones tienen la hora más exacta por la vía GMS, hay una historia interesantísima, donde la astronomía, la mecánica y la informática han logrado la maravillosa conquista.
El hombre se sirvió de los movimientos celestes para determinar las longitudes del año y del mes, y acudió también a los astros para subdividir el día y la noche. Fue el astrónomo griego Hiparco quien introdujo el día formado por 24 horas.
Las indicaciones del reloj son tan necesarias que constituyen la regulación de la vida. Medir el tiempo es justipreciar la vida y señalar su marcha de un modo indefectible. Regula todas las acciones de nuestra vida. En el último cuarto del siglo XIX se afirmaba que un pueblo sin reloj de torre vivía poco menos que en tinieblas, en abandono e indolencia. Los relojes de torre eran los que distribuían el tiempo por minutos para los vecinos con el fin de informar para las faenas de cada individuo. Avisaban con la agradable voz de su campana la obligación de cada uno y las horas de descanso. Un pueblo con su reloj de torre resultaba de mayor importancia, de mayor respeto, más vida, más civilización y más uniformidad en el régimen de todas sus obligaciones para todos los actos de la vida.
Pero, ¿cuándo se instaló el primer reloj en Pinto?
EL RELOJ DEL CAMPANARIO DE LA IGLESIA
Sabemos por fotografías de finales del XIX que la torre primitiva de la iglesia parroquial de Pinto tuvo un reloj. En la vista que realizó de Pinto Guiseppe Canella en 1826 no aparece reloj alguno, por tanto, la instalación del reloj en el campanario fue posterior. En la litografía del naturalista Juan Mieg realizada en 1851 con motivo de la inauguración de la línea de ferrocarril Madrid – Aranjuez sí aparece el reloj en el campanario. El reloj, por tanto, se debió instalar entre 1826 y 1851. Las torres de reloj de iglesia eran necesarias en la vida diaria para seguir los servicios religiosos. A comienzos del siglo XX la torre campanario estaba en ruina y fue desmontada, construyéndose la actual en 1956.
EL RELOJ DE LA ESTACIÓN
En el siglo XIX llega el telégrafo a Pinto. En 1851 se inaugurará la segunda línea de ferrocarril de la península ibérica, la línea Madrid – Aranjuez. Surgirá entonces el problema de sincronizar los relojes entre distintas ciudades para saber a qué hora partían y llegaban los trenes. Para facilitar los viajes, se adquiere la costumbre de ajustar los relojes que tenían las estaciones con las estaciones de las capitales.
Poco a poco, la uniformización de la hora conquista los relojes públicos, sometiendo a los relojes privados de los habitantes. De esta manera, el segundo reloj que hubo en Pinto se instaló en 1851 y estuvo situado en la primitiva estación de ferrocarril. Aunque no tenemos la certeza, a juzgar por las litografías de Mieg realizadas en 1851 de otras estaciones de la línea a Aranjuez, en todas encontramos un reloj. En el proyecto de reforma que se realizó en 1868 también observamos la presencia de un reloj. La estación de ferrocarril de Pinto fue reformada nuevamente en 1925, con la apariencia que hoy conocemos.
EL RELOJ DEL AYUNTAMIENTO
Por último, Pinto contó con un tercer reloj público en su plaza mayor con un reloj de torre Canseco instalado en su Casa Consistorial. En el mes de septiembre de 1885, siendo alcalde de Pinto don Pedro Rubín de Celis y Alonso, comenzaron las obras de reparación de la Casa Consistorial, siguiendo el proyecto del arquitecto Joaquín de Ordriozola. Como aclaración, este antiguo Ayuntamiento no se corresponde con el actual, cuyo edificio fue inaugurado en 1954.
El 14 de agosto de 1886 se instaló el reloj de torre sobre el Ayuntamiento por el constructor Antonio Canseco. El importe de aquel reloj monumental fue de 2.895 pesetas (17,40 €). Gracias a esta obra, el consistorio de Pinto ya tenía un reloj que anunciaba las horas. Lo hacía con su campana de 100 kilos, construida con una aleación especial acerada, que se oía a más de siete kilómetros de distancia. Debajo de aquel reloj se colocó una gran placa con el nombre “PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN”. En la fotografía de 1899 se puede observar como era el reloj de torre. En 1900, con motivo de la visita de los Húsares de la Princesa, también existen documentos gráficos del Consistorio.
Pinto se sumaba así a poblaciones vecinas como San Martín de la Vega, Valdemoro, Aranjuez, Chinchón, Alcorcón, Colmenar de Oreja o Perales de Tajuña que en la década de los 80 del siglo XIX instalaron reloj de torre en sus consistorios para regular la vida de sus vecinos.
Desgraciadamente, la torre reloj fue derribada durante el bombardeo al que fue sometido Pinto el 2 de noviembre de 1936, perdiéndose para siempre.